jueves, 31 de mayo de 2012

Goukon [Two-shot] [Ariyama]







Minnaaaaaa!!! Aquí les traigo el Ariyama que algunas les dije que traería, parece ser que hoy es el día del Ariyama pues mi amiga Haruhi también a publicado su Ariyama. >.< Que aún no he leído... pero que lo haré ahora mismo!! ^^

Bueno, pues aquí os dejo el Ariyama que dije.









Goukon [Ariyama]

Título: Goukon.
Género: Romance, lemmon.
Pareja: Ariyama.
Extensión: Two-shot.
Comentario de la autora:  Este two-shot va dedicado al grupo Amantes del Ariyama. Aunque en especial a Haruhi, Isa-chan, Natsu-chan, Fujo-chan y Lyn!! >.< Espero que les guste. El lemmon lo siento si no me salió muy bien, es la primera vez que lo hago asique... pido disculpas! Mejoraré! LO PROMETO! >.<









Era un día agotador para Daiki. El trabajo se había prolongado más de lo normal, había tenido que hacer horas extra. Su trabajo consistía en realizar pedidos, trabajaba para una pizzería y ésta realizaba pedidos a domicilio. Y ese trabajo que ya era cansado, además, con ese día tan caluroso hacía que Daiki se cansase aún más.

Acababa de entrar en casa, vivía solo, ya tenía la suficiente edad para hacerlo. Dejó las llaves en el mueble de la entrada y se descalzó, poniéndose las zapatillas. Se disponía a darse un baño, realmente estaba cansado, además de sudoroso.

Salió del baño totalmente nuevo, aunque las energías todavía no habían llegado a él. Ahora tenía pensado ver la televisión para relajarse un poco, todavía estaba cansado. Se dejó caer en el sofá y se relajó viendo el televisor. La melodía del teléfono impidió que se quedase dormido en el sofá, Daiki no sabía si agradecer o maldecir a la persona que le estaba llamando. Estiró el brazo para alcanzar dicho objeto que no cesaba el ruido, descolgó sin mirar el nombre de la llamada entrante.

- ¿Si? – preguntó fijando su vista en el televisor, mirando el programa de risa que echaban en ese preciso instante.

- ¿Dai-chan? – claramente era una pregunta retórica, por la voz supo que era su viejo amigo Inoo Kei. – ¿Te pillo ocupado? – Daiki no sabía qué contestar a esa pregunta, pues no estaba ocupado, pero ese programa de televisión le gustaba mucho y lo seguía siempre que lo ponían.

- No. – optó por lo que creyó conveniente. Escuchó un suspiro de alivio por parte de Inoo, cosa que le extrañó. Iba a preguntarle, pero Kei se le adelantó.

- Entonces estás libre. – esa conversación cada vez era más confusa para la mente de Daiki que todavía estaba medio adormilada. – ¿Te apuntarías a una Goukon? – notó como Inoo ponía voz de “no-haber-matado-una-mosca-en-su-vida”. Daiki suspiró cansado, ahora mismo eso era lo que menos le apetecía, estaba muy a gusto en el sofá de su casa.

- No sé… no es que me apetezca mucho, la verdad… - dubitativo contestó. Después del relajante baño lo menos que le apetecía era volver a salir a la calle con el asfixiante calor rodeándole por todas partes.

- Venga, ya verás… será divertido. – trató de convencer Inoo. – Como en los viejos tiempos. – prosiguió. Daiki no le apetecía salir, pero no quería quedarse toda la tarde en casa, puesto que él solo trabajaba por la mañana. – Vamos… ¡te lo pasarás bien! Siempre es bueno conocer gente nueva. – trataba desesperadamente de convencerlo, cosa que extrañó a Daiki asique, optó por preguntarle para salir de dudas.

- ¿Por qué tienes tantas ganas de que valla yo? – miró de reojo su teléfono. Si seguía mirando el televisor acabaría por sumergirse en el programa y no le prestaría atención a la conversación, como siempre le pasaba.

- Porque hace tiempo que no te veo. Hace mucho que no sales de casa. – respondió inmediatamente Inoo. Daiki se sorprendió de las palabras de su amigo, ¿hacía tanto tiempo que no salía?

- Si fuese por eso, me bastaba con quedar en una cafetería. – sonrió divertido el menor de los dos. Escuchó una risita por parte de Kei, a lo que Daiki amplió más su sonrisa. – Ahora de verdad, ¿por qué insistes tanto? – le había cazado en la mentira. Eran bastantes años conociendo a Inoo como para caer en una mentira tan poco elaborada.

- Vale, me has pillado. – admitió derrotado el mayor mientras suspiraba. – La verdad es que le he prometido a Yabu-chan que te llevaría. – eso sorprendió al menor se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. Tenía sed.

- ¿Y por qué le has prometido eso? – preguntó confuso el menor mientras abría el refrigerador. Sacó la botella de agua, estaba muy fresca, como a él le gustaba.

- Porque dijo que si tú no ibas, él tampoco iría. – ahora todo cogía sentido. Y sin Inoo saberlo, o a lo mejor sí, había dejado a Daiki entre la espada y la pared. Porque si ahora Daiki se negaba a ir, haría que Yabu se molestase con Inoo, pero tampoco le apetecía ir al goukon.

- Vale iré, pero solo para que Yabu-chan no se moleste contigo. – después de decir eso escuchó muchos halagos por parte de Inoo, que le agradecía que fuese. La goukon le serviría para desconectar un poco, Inoo tenía razón, hacía tiempo que no salía con sus amigos.

- Bueno, pues quedamos en frente de la estación a las seis y media de la tarde ¿vale? – Daiki aceptó y se despidieron. Subió al piso de arriba para prepararse. Optó por ponerse una camisa de manga corta a rayas, desabrochada mostrando la camiseta que llevaba debajo y unos pantalones bermudas tejanos. El pelo se lo dejó como siempre.

Fue hasta el salón para esperar a que llegase la hora mientras veía la televisión, tenía que hacer tiempo de alguna manera, pues todavía quedaba como una hora y media para la hora acordada.

Afortunadamente llegó a tiempo. Sus amigos ya habían llegado, pero la otra mitad del grupo todavía faltaba. Los cinco estaban juntos, hacía ya bastante tiempo que no se reunían todos. Cuando no faltaba uno, el otro trabajaba… y así siempre. Por una vez, estaban todos, como en los tiempos de secundaria.

- ¡Dai-chan! – le llamó Inoo para que supiese dónde estaban, la estación a esas horas estaba muy transitada. Arioka aceleró el paso para llegar allí rápidamente, se sorprendió de encontrar allí a los cuatro.

- Ohayo, chicos. – saludó con su radiante sonrisa de siempre. Los demás le devolvieron la sonrisa. Todos estaban iguales, bueno algunos más altos, o se habían cambiado el color del pelo… pero nada importante. – Valla chicos, ¡cuánto tiempo! – saludó enérgicamente. Los demás sonrieron, echaban de menos la energía de Daiki.

- ¡Woaa! – exclamó sorprendido el castaño del grupo. Casi todos tenían el pelo teñido, bueno, todos menos Inoo que conservaba su cabello al natural. El castaño era Yaotome Hikaru, el comediante del grupo. – ¡No has crecido! – al parecer la sorpresa era grande para el castaño.

- ¡Es verdad! – se acercó a Daiki el más mayor de todos y el que parecía ser más alto. Le tocó la cabeza, notando la diferencia de alturas. – Tenía ganas de verte… - dijo tiernamente Yabu Kota. Era mayor que Daiki por un año, al igual que todos, que eran más mayores que Daiki.

En la secundaria sus cuatro amigos iban juntos a clase mientras que él iba un curso por debajo. Era el más pequeño del grupo, no le molestaba, pero a pesar de ser el más pequeño su estatura no aparentaba para nada su edad. Y por ese motivo se estaban metiendo con él todo el día, aunque lo hacían desde el cariño. Kota y Daiki tenían una mistad un poco más especial que el resto, puesto que Daiki había estado enamorado de su senpai en la secundaria y le había confesado su amor, animado por Inoo. No había sucedido nada entre ellos, pero ese hecho hizo que se tuviesen más confianza y que Yabu lo tratase con más delicadeza que al resto.

- Yo también quería verte, Yabu. – sonrió contento Daiki. Ambos sonrieron y los demás miraban la escena, alegres.

- Que vergonzoso… - se quejó el que todavía no había hablado, Takaki Yuya. A simple vista parecía un chico peligroso y malhumorado, pero no era así para nada. Era el más infantil de todos, a pesar de que Daiki era el pequeño.

- Hola a ti también, Yuya. – sonrió, otra vez, Daiki. Takaki le devolvió la sonrisa, su apariencia no hacía justicia a su personalidad para nada.

Después de estar hablando un rato y de contarse las cosas que les había pasado esos meses sin verse, apareció la otra mitad del goukon. Para sorpresa de todos, menos de Inoo, eran menores de edad. No era que estuviera prohibido para los menores, sino que ellos eran adultos… y no podían estar con menores. Asique Daiki le pegó un codazo a Inoo, a lo que éste le miró extrañado.

- Inoo, son menores. – le susurró para que “sus parejas” no lo escuchasen. Miraban disimuladamente a los pequeños y hablaban entre-dientes, para que éstos no lo notasen.

- Sí ya lo sé, nunca dije que no lo fuesen. – habló convencido de no haberlo dicho. Daiki le dirigió una mirada fulminante.

- Ese no es el punto. Somos adultos, ellos menores… no podemos tener nada con ellos. – volvió a mirar al frente y sonrió a uno de los chicos que se le había quedado mirando.

- Las relaciones sexuales ya no son culpa mía. Yo solamente organicé esta reunión para conocernos. – susurró también sonriendo, mostrando sus blancos dientes a los menores. – Tú decides tener relaciones o no con ellos, en eso ya no me meto. – susurró otra vez, esta vez Daiki pudo notar cierta picardía en sus palabras. Tenía razón, las relaciones sexuales no entraban dentro del goukon, pero normalmente… después de la goukon cada uno se iba en parejas ¿no? Por lo menos así eran a las que había ido él.

- Tienes razón. – susurró aún pensativo mirando al suelo, meditando la situación. Inoo sonrió triunfante.

- Claro que tengo razón, si la goukon hubiese sido para otra cosa, los “pretendientes” habrían sido otros. – volvió a susurrar dando por finalizada la conversación. Se dirigió al centro, ya que había un cierto espacio entre sus amigos y los recién llegados. – Ohayo, chicos. Soy Inoo Kei uno de los intermediarios, soy amigo de Chinen y juntos hemos organizado esta goukon. – sonrió mirando a los pequeños que estaban algo nerviosos, pero no todos. Había uno que estaba sereno y ese le había llamado la atención.

A Daiki le había llamado la atención el que estaba posicionado en el medio, ya que eran cinco igual que ellos. No parecía ser mucho más alto que él y eso era un requisito indispensable para él. Además era realmente guapo, nunca había visto tanta belleza junta… ahora, solo quedaba saber la personalidad… que era un factor importante también.

Entraron en una cafetería que había por ahí cerca. Se sentaron cinco en una parte de la mesa y los otros cinco en la otra, como solía hacerse. A Daiki le tocó delante del chico que le había llamado la atención, ahora tocaba el turno de las presentaciones, por fin sabría su nombre.

- Ohayo, Chinen Yuri desu. – se presentó el más bajito de todos. Todos los mayores le miraron. Escuchó una risita nerviosa por parte de Takaki que le había tocado enfrente del pequeño. Ese sería la víctima del mayor. Daiki suspiró aliviado, “uno menos.” No entendía por qué pensaba así… pero bueno, nada se podía hacer.

- Hello, Okamoto Keito desu. – saludó el que estaba al lado de Chinen. Daiki notó que este chico tenía un acento un poco extraño, además, se había presentado con un “hello”… no era raro, pero sí inusual. Por impulso miró a Hikaru que estaba al lado de él, miraba fijamente a Okamoto, lo examinaba. Daiki sonrió “otro menos” pensó de nuevo.

Ahora le tocaba presentarse al chico que Daiki tenía enfrente de él, o sea, al chico que le había llamado la atención. Arioka estaba impaciente por saber el nombre del menor, no podía explicar el por qué, pero se sentía así. ¿Se sentiría el menor de la misma forma? Tenía curiosidad.

Sus ojos se encontraron, haciendo que Daiki se sorprendiese. Sus manos le empezaron a sudar, síntoma de que se estaba poniendo nervioso ¿había sido por el contacto visual? Pero aún así no apartó la mirada del pequeño y este parecía no querer facilitarle las cosas, ya que le mantenía la mirada.

Daiki tragó saliva nerviosamente, mientras se frotaba las manos por el nerviosismo causado por la mirada del menor. Un revoltijo en el estómago a continuación sucedió, ¿qué era todo eso que estaba sintiendo? ¿La comida le había sentado mal? No, eso ya lo había sentido antes. Lo había sentido con… Kota. Instintivamente miró al susodicho, este miraba al joven que estaba enfrente de él. “No puede ser… si no lo conozco”. Pensó algo asustado Daiki. Miró al chico, pero este ya no estaba mirándole.

- Mi nombre es Yamada Ryosuke. – por fin podía saber el nombre, ¿por qué estaba tan ansioso? Sabía que Yamada era físicamente atractivo, pero de ahí a acelerar su corazón… había un tramo. Daiki mantenía su mirada fija en el pequeño y este a su vez miraba a cada uno de los mayores, esperando alguna reacción.

Sus ojos se volvieron a encontrar, haciendo que ambos se quedasen absortos de lo que les pesaba alrededor, solo existían ellos dos. Se podría decir que era… ¿atracción física? Sí, se podría llamar así.







La velada había sido tranquila, lo único malo… Daiki había bebido demasiado…

Cada uno había hecho sus parejas. Takaki había conseguido a Chinen, que se le había puesto difícil. Hikaru había conquistado con sus chistes a Okamoto. Yabu con su serenidad y amabilidad se había ligado a Nakayama Yuma, el último integrante del grupo. E Inoo había convencido al pequeño del grupo, Morimoto Ryutaro, para que fuese a su casa “a tomar la última copa”.

Y así, con todo eso, Yamada y Daiki habían tenido que ir juntos. Y por suerte o desgracia del menor, le había tocado llevarlo hasta casa, sus amigos se lo habían encargado diciendo; “Lo siento, pero no está en condiciones de ir solo a casa”. Yamada suspiró molesto a ver como Daiki se tambaleaba a un lado de él. No le gustaba ver a la gente tomada, ya que podían hacer cualquier cosa.

- Es aquí. – habló difícilmente el mayor mientras intentaba sacar las llaves de bolsillo de su pantalón. Yamada arto de verlo fallar en los intentos, optó por sacar él mismo las llaves.

Entraron en el departamento del mayor, Daiki apoyado en los hombros del menor, y éste rodeando su cintura. Tambaleándose los dos entraron en el departamento. Daiki estaba realmente afectado… ¿en qué momento había bebido tanto? ¿O es que no tenía tolerancia al alcohol? Lo primero que había nada más entrar en el departamento, pasando la pequeña entrada que tenía, estaba el salón así que Yamada caminó con un Daiki algo dormido en su hombro. Ryosuke bufó molesto, acababa de conocer a ese chico y ya tenía que andar cuidándolo.

Tiró, suavemente, a Daiki en el sofá. Y se sentó a un lado de él, dado que el mayor no ocupaba todo el sofá Yamada tenía un hueco para sentarse. Yamada se dejó caer sobre el respaldo del sofá, sintió como Daiki se erguía y se sentaba, mirando hacia él. Lo miró de reojo, pues le molestaba que se quedase mirando hacia él.

- ¿Nani? – preguntó malhumorado el menor. Yamada vio que Daiki se acercaba a él, el mayor estaba todo sonrojado a causa del alcohol en vena. Daiki se acercaba peligrosamente a su cuerpo.

Un movimiento por parte del mayor sorprendió a Yamada, se había sentado encima de él… juntando… sus entrepiernas. Además, el sonrojo en las mejillas del mayor lo hacía ver… apetitoso, como una gran fresa y a él le encantaban las fresas. Daiki se acercó a su rostro hasta tener juntas sus frentes, rozando las narices suavemente, en un tacto totalmente incitante. Daiki apoyó sus manos en las piernas de Yamada. El menor no sabía qué hacer, todo había sido tan de repente… no se lo esperaba para nada.

- Has estado toda la tarde tentándome. – susurró sensualmente el mayor mientras terminaba por unir sus carnosos labios con los del menor. Ese beso era hambriento, salvaje, lujurioso… Yamada no podía seguirle el ritmo al mayor. No era que no tuviese experiencia, sino que Daiki estaba muy deseoso, muy hambriento por el beso.

Sus lenguas se entrelazaban deseosas de más, deseosas de más contacto físico. Daiki posó sus manos en el amplio pecho del menor. Yamada poco a poco fue correspondiendo al beso, aunque no con la misma intensidad, aún no era capaz de seguirle el ritmo. Rodeó con sus brazos la cintura del mayor, que para sorpresa de él era pequeña. Daiki se inclinó más haciendo que Yamada quedase completamente echado en el respaldo del sofá.

El menor paseaba sus manos por la espalada del mayor, Daiki aún seguía con sus manos en el pecho de Yamada, aprovechó para meter sus manos por debajo de su camiseta. Haciendo que la piel de Yamada se erizase, ya que tenía las manos algo frías. Se daban cortos besos, aunque algunos eran profundos y salvajes, como al principio.

Daiki hizo que Yamada levantase los brazos para quitarle la camiseta, cuando le quedó el pecho al descubierto, Daiki se sorprendió de lo que encontró. Era un torso muy bien formado, ¿Dónde lo había escondido? No se le notaba lo musculado que estaba.

No sé cómo pero se movieron, haciendo que Yamada, que estaba abajo, quedase recostado a lo largo de todo el sofá. Así Daiki tendría acceso a todo su cuerpo.

Su primer objetivo era el cuello blanquecino del menor. Lamiendo, marcando, succionando, saboreando… cada parte de ese cuello. A cada lamida quería más. Succionó fuertemente casi donde la mandíbula, cerca de la oreja, dejando una marca rojiza. Aprovechó que estaba cerca de la oreja para susurrarle.

- Marcado. Eres mío. – le susurró sensualmente, el menor abrió los ojos sonrojado, lo que había dicho le resultaba muy embarazoso. Tragó saliva, nervioso, podía sentir a Daiki con su cuerpo, ya que la camiseta ya no la tenía. Sintió algo frío en uno de sus pezones, miró y vio que era Daiki que le estaba succionando ese botón

Yamada sentía un placer intenso, que aumentó al notar como la mano de Daiki se dirigía a su entrepierna, suavemente, haciéndole desear más, que le tocase, que jugase con él… Escuchó el sonido del botón del pantalón desabrocharse, señal de que lo que tanto deseaba llegaría. La fría mano de Daiki se metió entre su pantalón y la ropa interior. Masajeó el miembro para despertarlo, que hasta ahora permanecido dormido, rápidamente su miembro reaccionó a la caricia. Hacía círculos con la mano mientras que despegaba su boca del pezón de Yamada, casi rojo.

Se estiró un poco para besarle en los labios hambrientamente, necesitado, salvaje. Sacó la mano de la entrepierna, para colocar una de sus piernas entre las dos de Yamada, de forma que aprisionase su miembro. Antes eso Ryosuke reprimió un gemido que amenazaba con escaparse de su garganta. Daiki daba pequeños empujoncitos haciendo que su pierna aprisionase el miembro del menor que gemía suavemente, a la vez, la entrepierna de Daiki rozaba con una de las piernas de Yamada. Ambos gemían levemente, pues el contacto era excitante.

Daiki lo volvió a besar hambriento, deseoso de más contacto y oír los gemidos de Yamada lo hacían desear más. Después de acabar ese beso, el cual Yamada había correspondido con la misma intensidad… Daiki fue descendiendo por su pecho, besando cada músculo marcado, jugando con su ombligo… dejando un rastro de saliva, por cada sitio al que pasaba. Aprovechó que el pantalón estaba desabrochado, así sería más fácil, bajó lentamente el pantalón junto con la ropa interior.

Por fin podía ver el miembro del menor, miró el rostro de Ryosuke y vio que estaba todo sonrojado y su expresión era de incredulidad. Seguramente le daba pena que él le viera. Daiki lo cogió con ambas manos, y lo dirigió hacia su boca, primero saboreó la punta y después recorrió lo demás. Saboreaba cuan niño pequeño con su caramelo favorito.

- Mmhh… - suspiró el menor arqueando la espalda por el placer que estaba recibiendo. ¿Cómo se podía sentir tanto placer? Era indescriptible. El placer era demasiado, pero la vergüenza también. ¿Cómo habían acabado así? Tenía que reconocer que el mayor le había atraído físicamente, parecía una persona que necesitaba ser protegida, o por lo menos le había dado esa sensación. Pero ahora… parecía una persona completamente diferente a la que él había pensado. Su vista se nubló a causa del placer y su mente se puso en blanco. Ya no podía pensar, ni razonar, solamente sentir…

Daiki seguía en la labor de hacerle sentir mucho placer. Podía sentir que el menor estaba ya en las últimas, asique paró, aún no quería que eso sucediese. Y subió para besarle el cuello, estaba hambriento, necesitaba hacerlo suyo cuanto antes y parecía que Yamada lo estaba pidiendo. Con ese sonrojo, respirando agitadamente, y gimiendo levemente, era lo más tentador que había encontrado en su vida.

Yamada cogió entre sus manos el rostro de Daiki y lo besó fogosamente, sorprendiendo al mayor. Sin permiso de Arioka, Ryosuke introdujo su lengua en la cavidad del mayor, explorándola, saboreándola… sabor al que se había hecho adicto, más que con las fresas. Daiki intentó corresponder con la misma pasión. El mayor sintió como Ryosuke introducía su mano en su ropa interior, acariciando, suavemente su miembro, que ya estaba despierto. Hacía círculos con su mano, haciendo gemir al mayor. Daiki deshizo el beso para emitir un fuerte gemido a causa de que el menor hubiese apretado su miembro.

- Y-Yamada… - suspiró el mayor cerrando los ojos, disfrutando lo que el menor le hacía sentir.

- Llámame Ryosuke. – pidió totalmente excitado el menor. Daiki gimió otra vez. Esos gemidos eran un canto angelical para los oídos de Yamada, le parecían tan excitantes… que hacían que su temperatura corporal subiese. – Di mi nombre. – pidió el menor en el oído de Daiki.

- Ryo… - no pudo continuar a causa de un gran gemido producido al eyacular en la mano del menor. Daiki respiraba agitadamente, el simple contacto de sus cuerpos no era suficiente, asique se levantó y se quitó los pantalones junto con los bóxers. El miembro de Yamada seguía erecto, asique sonrió.

Daiki se sentó en la cadera del menor, para introducir el miembro en su entrada, no era la primera vez, asique no le haría daño. Estaba por comenzar a introducirlo.

- Matte… - la excitación era notable en la voz del menor. Daiki se extrañó pero enseguida intuyó lo que pasaba.

- ¿Quieres ir a la habitación? – él también estaba muy excitado, además, escuchar la ronca voz de Yamada por la excitación, lo encendía aún más. Se miraban fijamente.

- No… - respondió. – ¿Te vas a arrepentir luego? – continuó impidiendo que Daiki entrase en él, pero él no quería parar eso, es más, deseaba que Daiki continuase. Y como si Daiki lo hubiese escuchado introdujo el miembro de Yamada en él. Ambos gimieron fuertemente, pues la rapidez con la que Daiki había actuado, había sido muy placentera.

- P-Por supuesto que n-no me arrepentiré. – difícilmente le respondió, ya que estaba muy excitado.

Daiki comenzó a subir y bajar a lo largo de toda la extensión del miembro de Yamada, envolviéndolo en él. Yamada hundió sus dedos en las caderas del menor, el placer era demasiado, se mordía el labio inferior tratando de reprimir los gemidos que surcaban su garganta. Daiki se agachó para susurrarle en el oído.

- N-No te reprimas, quiero oírte. – como pudo se lo dijo, ya que el placer no le dejaba pensar en nada. Daiki besó sus labios desesperado, solo hacía unos minutos que no los había besado y ya sentía la necesidad de volverlos a besar. Pero el beso no duró mucho ya que Daiki soltó un gran gemido al sentir que Yamada llegaba a ese punto en el que se sentía tanto placer. Nunca lo había alcanzado, Yamada era el primero que lo conseguía.

Ambos estaban sudados y cansados, pero eso no era un impedimento, querían más, sentir más, experimentar más… Daiki subía y baja al compás de las caderas de Yamada que subían y bajaban profundizando cada embestida, haciéndolos gemir del placer.

Yamada quería hacerle sentir el mismo placer que Daiki le estaba haciendo sentir a él. Agarró el miembro del mayor, sorprendiéndole, pero al segundo siguiente estaba gimiendo aún más fuerte que antes. A Ryosuke le encantaba escuchar esos gemidos salir de la garganta del mayor.

Yamada aumentaba el ritmo a medida que él se acercaba al orgasmo, tal parecía que Daiki también lo alcanzaría dentro de poco. Las paredes de la Daiki aprisionaban el miembro de Ryosuke, haciéndole experimentar un placer exquisito, jamás sentido antes.

Poco después ambos llegaron al orgasmo, Yamada eyaculando en el interior de Daiki y éste en la mano del menor. Daiki cayó exhausto en el cuerpo de Ryosuke. El menor en cuento lo tubo encima de su cuerpo sonrió tiernamente. Las respiraciones de ambos eran agitadas y sus corazones aún seguían acelerados a causa de la excitación.

Poco a poco sus respiraciones se fueron pausando, aunque la de Daiki era más lenta, se estaba quedando dormido. Yamada le acarició la cabeza como a un niño pequeño, Daiki le transmitía mucha ternura, aunque momentos antes no parecía así para nada. Cuando Arioka quedó profundamente dormido aprovechó para escabullirse, ya que Daiki estaba encima de él, y vestirse. Tenía que salir de ahí cuanto antes.

Se vistió y tapó a Daiki con una manta, ya que estaba desnudo. Le acarició el pelo y le besó la mejilla tiernamente, con este gesto el mayor sonrió mientras cambiaba de postura.

Yamada salió por la puerta, no sin antes dirigirle una última mirada tierna al mayor que aún seguía sonriendo, a lo cual él sonrió también.



Después de ese encuentro Daiki no supo nada del menor, al igual que Yamada de Daiki. Ya habían pasado dos semanas desde ese encuentro y Daiki no había dejado de pensar en Ryosuke y en lo que había sentido con él. Era algo inexplicable, no podía representarse con palabras. Era algo mucho más fuerte que lo que había sentido por Kota, mucho más. Y por eso no había podido quitarse al menor de la cabeza en todo ese tiempo. Pero, ¿cómo había cavado así? Ni siquiera lo conocía, no sabía dónde vivía, ni cuántos hermanos tenía, ni que día había nacido No sabía nada de él ¿entonces? ¿De qué se había enamorado? ¿Del físico? Eso parecía, ya que de la personalidad no sabía nada.

- Joven, ¿cuánto te debo? – le interrumpieron sus pensares, la persona a la que tenía que entregarle el pedido. Es verdad, estaba trabajando no se podía distraer o sino su jefe le regañaría. Tenía que prestar más atención a su trabajo.

Después de dar el pedido se dirigió otra vez a su trabajo, para decirle al feje que ya lo había enviado y que había acabado por hoy. Y así lo hizo, después de acabar con el turno se dirigía a su casa, para darse una ducha. Hoy, otra vez, había hecho mucho calor. Pero algo lo desvió de su camino, más bien alguien. Ese alguien le pareció Yamada de lejos, asique se acercó para comprobar si era él. Y su sorpresa fue grande al descubrir que, en efecto, era él. Pero no iba solo, con él estaba otro chico con el cuál hablaba muy cariñosamente. Eso le dio mucha curiosidad asique los siguió. Sabía que hacía mal pero… la curiosidad mató al gato.

Se metieron por una de esas calles que estaba repleta de tiendas. Vio que ambos se pararon en una tienda a mirar el escaparate, asique se posicionó en un sitio dónde pudiese escuchar la conversación claramente.

- ¿Ryosuke qué te gustaría? – le preguntó el otro chico. Que era alto, de pelo moreno y bastante guapo también. Aunque para Daiki nadie se comparaba a Yamada. Lo había llamado por el nombre, debían ser bastantes cercanos. La idea de que fuesen novios se le pasó por la mente, pero no quería que fuese real, asique la desechó.

- No hace falta que me compres nada, Yuto. – “Yuto” ese era el nombre del acompañante de Yamada, que casualmente también lo llamaba por el nombre. Eso cada vez hacía que la opción de que fuesen “novios” encajase más.

- ¡Claro que sí! – enérgicamente el más alto contestó. – ¡Cómo recuerdo de nuestro primer mes juntos! – eso tomó por sorpresa a Daiki.

Entonces… sí eran novios. Y además… llevaban un mes saliendo ¡Un mes! Eso quería decir que Yamada le había sido infiel a su novio… ¡con él!

- ¿Nani? – instintivamente salió del lugar en el que estaba escondido. Y así Yamada y su novio pudieron verle, revelando que los había estado espiando. – Asique tienes novio… - susurró Daiki totalmente sorprendido, no se lo podía creer. Había sido cómplice de una infidelidad…

- Daiki… ¿qué haces aquí? – por fin escuchaba la voz de Yamada, además había dicho su nombre. Daiki lo miró totalmente entristecido, mirada de la cual Ryosuke se había dado cuenta. – ¿Lo has escuchado? – preguntó Yamada temiéndose lo peor. Que Arioka hubiese escuchado eso era lo peor que le podía pasar. Daiki asintió, revelando que había escuchado todo.

- Etto… - Yuto había interrumpido la conversación que estaban teniendo, pues no entendía nada. – Ryosuke… ¿conoces a este chico? – preguntó el novio de Yamada.



Continuará....

 

 

ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO!! >.<

jueves, 24 de mayo de 2012

Y vuelvo a cambiar el estilo.

OHAYOOO!!! Mimi-chan. Aquí vamos con otra entrada random, como podrán ver, he vuelto a cambiar la imagen. Sí.. soy una indecisa, pero es que no consigo aguantar más de dos meses con una imagen... debo de tener un problema. Aunque esta me ha gustado como queda... ¿qué opinan ustedes?

Respecto a las historias... tengo algunas "fabricándose" es más una la tengo casi a acabada, solamente que no me convence y no paró de borrar y escribir, borrar escribir... y así bastante tiempo. Pero tengo bastantes... algunas recién empezadas, otras a la mitad...
Solamente les pido... ESPEREN UN POQUITITO!! ^^

Haiia, Mimi-chan destaa!! >.< (como en los vídeos de la Jnet xD) (Creo que me voy a quedar con ello... ^^)

domingo, 20 de mayo de 2012

Tú ganas... - [Tu y ¿¿??]

Yei, yei, yei, yei, yei!!!!

Doumoooooooooo Mimi-chan desuuu!!! [acabo tener un momento Tegoshi (para las que hayan visto los conciertos de NEWS o algún vídeo donde Tegoshi se presenta)]
Minna, Genki??? espero que sí! Yo estoy muy feliz, pues vengo a poner una historia de las mías... es algo rara porque más de una se preguntará ¿cómo pasó todo tan rápido? Pero no sé... aunque a mí me gustó como quedó, espero que a ustedes también! >.<


Para este tipo de historias (que no será la única que haga...) solamente tienen que copiar el texto y pegarlo en el Word. Ahí, arriba en la parte azul, salen varias opciones, pues al final del todo pone "remplazar" le das ahí y solamente tienes que poner tu nombre y en el renglón de abajo el (1) y así con todo, ya te lo remplaza ello y después... A LEER!!!




Tú ganas. (Tú y ¿¿??)



[No hay imagen para esta historia, lo siento)



Género: Romance.
Extensión: One-shot.
Pareja: Hetero. Tu y ¿¿??
Autora: Mimi-chan
Comentario de la autora:




(1)    Tu nombre.
(2)    Apellido del JUMP que te gusta.
(3)    Nombre del JUMP que te gusta.





Como siempre me encaminaba al sitio en el que trabajaba desde hacía ya varios meses. El dinero escaseaba en casa, aunque seguramente que era una escusa de mi madre para que hiciese algo. No había querido seguir estudiando asique ella se molestó conmigo, por lo que me obligó a encontrar trabajo rápidamente alegando “no quiero a personas inútiles en casa”. Supongo… que tiene razón. Tengo que hacer algo, no puedo vivir de ellos toda la vida ¿no? Así ayudaría un poco en casa con el dinero que gane…

Así pensaba al principio… ahora ya no es lo mismo. No es que sea una vaga que no le gusta madrugar. Simplemente hay “algo” en mi lugar de trabajo que no soporto. Me entorpece el trabajo, hace que me regañen y parece… que se lo pasa bien cuando este suceso. Ese “algo” es (2) (3), hace difícil mi existencia. Sí, es el idol del grupo de Hey! Say! JUMP! Trabajo para la famosa y líder empresa Johnny Entertainment, no sé cómo, pero conseguí un trabajo allí, como ayudante o recadera de ese grupo.

Cuando se lo conté a mis amigas alucinaron, chillaron y saltaron de la emoción. Yo también estaba igual de entusiasmada que ellas, pues conocería a mi idol favorito (2) (3), pero el alma se me calló a los pies al ver cómo era él en realidad. No es que en la tele se comporte de forma diferente, solo… que tenía “doble” personalidad. En frente de una cámara era agradable, entusiasta, amable, adorable, kawaii, kakkoi… pero en el momento en que se ponía de mal humor o algo no le gustaba cambiaba su personalidad completamente.

Además, era muy mandón, cosa que no me gustaba. Vale, aceptaba que me mandasen cosas, pues era mi trabajo, pero él lo hacía para picotearme. De eso me había dado cuenta. Y gracias a él, se me había ido el entusiasmo por el trabajo. Ahora, era un suplicio el tener que encontrármelo todos los días y acatar lo que él dijese. Incluso, sus propios compañeros decían que se pasaba conmigo y me repetían que él verdaderamente no era así. Pero a mí no me vendían la moto, sabía que me decían eso para que yo no fuese contando por ahí la “bipolaridad” de la que era dueño (3). Claro está, que yo no voy a decir nada. No quisiera tener como enemigo a una de las más grandes empresas del mundo del espectáculo.

- Oh, (1) veo que has llegado antes. ¡Qué bien! – sonrió una de las recepcionistas que había a la entrada de la gran empresa. Yo le sonreí, al parecer tenían bien asumido que la puntualidad no era mi punto fuerte, pero hoy no sé por qué, había salido antes de casa.

- Konnichiwa. – saludé, eran las 9:00 de la mañana, demasiado temprano para mi cabecita que no era buena con las mañanas. Era algo que desde siempre me había costado demasiado. Aunque por suerte del destino, siempre solía llegar a la hora acordada a los sitios.

Entré en uno de los grandes ascensores que había, me quité los cascos de los oídos y enrosqué el cable alrededor del móvil. Irónicamente iba escuchando una de las canciones de Hey! Say! JUMP!

Justo antes de que se cerrasen las puertas del ascensor, una mano se puso entre ellas dos. Yo me sorprendí, no me esperaba eso para nada y menos ver que el dueño de esa mano era (2) (3). No quería encontrármelo y menos ahora, que me había puesto de mal humor al recordar todas las gamberradas que ese chico me había hecho.

- Buenos días a ti también. – habló mirándome de reojo. El ascensor comenzó a subir a la planta que yo había pulsado. Yo le miré de reojo, levantando la ceja también.

- Cuánta amabilidad… - dije irónicamente mientras volvía mi vista al frente. El hizo un ruido con la boca, en forma de una risa irónica. – Veo que hoy te ha pasado algo bueno. – saqué un tema de conversación. No me gustaba quedar en silencio en un ascensor, y menos con (3).

- Nada bueno me pasa cuando la primera cara que veo al entrar a la empresa es la tuya. – ya me parecía a mí que tardaba en meterse conmigo. Estaba tan acostumbrada a que se metiese conmigo que sus comentarios no me afectaban en nada. Hacía falta algo más que estúpidos comentarios para derrumbar a (1).

- Pues, simplemente, no me mires. – le dije aún sin mirarle. No nos dio tiempo a hablar más ya que el ascensor había llegado ya a la planta indicada. Sorprendentemente me dejó salir antes, diciendo “primero las damas”. – Hombre, pero si sabes modales. Increíble. – sonreí burlonamente cuando pasé por a un lado de él. No llegué a salir del todo cuando (3) me cogió de brazo, empotrándome (suavemente) contra la pared.

- Sé más cosas increíbles… - susurró mientras me seguía cogiendo del brazo dándome suaves caricias en él, acercando su rostro al mío. Yo abrí los ojos desmesuradamente, ¿qué estaba pasando? Con su otra mano impidió que pudiese escapar por el otro lado, apoyándola en la pared. – ¿Quieres que te las enseñe? – su tono era… sensual. ¡Un momento! ¡Estaba acercando demasiado su rostro! ¡¿No iría a hacer lo qué creo que va a hacer?!

Mi corazón empezó a latir fuertemente, tan fuerte que creo que (3) podía escuchar los latidos. Sentí como la puerta del ascensor se cerraba, cosa que me puso más nerviosa, ahora estábamos completamente solos. (3) se seguía acercando a mi rostro, mis mejillas se sonrojaron. Ladeó su cabeza para que nuestras narices no chocasen, estaba tan cerca que podía sentir su aliento en mis labios. Me sonrojé bastante, lo pude sentir. Se siguió acercando, el beso llegaría en cualquier momento, cerré los ojos, esperando dicho contacto.

Pero no pasó nada, al poco tiempo de cerrar los ojos sentí su aliento en mi oreja.

- Que mona… estás toda roja. – susurró en mi oído y oí como se reía burlonamente, mi piel se erizó al sentir su aliento chocar contra mi oreja. Noté que se separaba de mí para dejarme algo de espacio y poder observar mejor mi rostro. Yo abrí los ojos sorprendida y completamente sonrojada, esa jugarreta había sido muy sucia… había jugado… con mis sentimientos.

Sentí como mis lágrimas surcaban mis ojos, no quería que (3) me viera llorar asique con toda la fuerza que pude juntar lo empujé e hice que se abriesen las puertas para salir corriendo por el pasillo, no sin antes gritar “idiota”. Noté que choqué con alguien pero no me paré a pedir disculpas, tenía que apresurarme, las lágrimas ya estaban rodando por mis mejillas aún sonrojadas. No podía permitir que nadie descubriese que había estado llorando, sino todo el mundo preguntaría y acabaría por saberse lo que había pasado.

Llegué al baño y me lavé la cara para que no se notase el rastro de las lágrimas. Aunque mis ojos aún estaban hinchados, solamente tenía que esperar un poco, todavía no me tocaba trabajar, había llegado demasiado temprano.

¿Cómo podía haberlo tomado enserio? Si estaba todo el día metiéndose conmigo ¿cómo pude haber pensado que esta vez era diferente? Soy una idiota ¡idiota! ¡Idiota! ¿Y ahora? ¿Cómo iba a enfrentarlo? Seguramente que ahora se había dado cuenta de mis sentimientos. Sí… aunque nos llevásemos mal, él seguía siendo mi… ichiban. Suspiré profundamente, vale, haré como si nada hubiese pasado. Seguramente que así nadie sospecharía nada.

- Muy bien (1), allá vamos. – suspiré una última vez antes de salir del baño, pero la puerta se abrió antes de que yo pudiese poner la mano en la manilla. Me sorprendí de ver a (3). ¿Pero qué pasa? ¿Siempre me tengo que encontrar con él? ¡En JUMP había otros 8 integrantes más! ¡Por el amor de dios!

- ¿Qué haces aquí? – me preguntó sorprendido con los ojos algo abiertos. Yo me extrañé por la pregunta. Más bien era al revés.

- No, ¿qué haces tú en el baño de mujeres? – le devolví la pregunta algo molesta. El que haya jugado con mis sentimientos me mantenía resentía, pero ahora nada podía hacer, para la próxima vez no caería en su juego.

- ¿Yo en el baño de mujeres? ¡Tú estás en el de hombres! – elevó el tono de voz incrédulo, pero en sus labios asomaba una sonrisa divertida. En el baño de hombres… ¡¿En el baño de hombres?! ¡¿Cómo había podido entrar en el baño de hombres?! Espera… podía ser una jugarreta de (3) otra vez…

- ¡Este es el baño de mujeres! – combatí yo. (3) sonrió.

- Si no me crees… compruébalo tú misma. – retó él mientras me miraba divertido. Un momento… parecía que lo decía en serio. Me encaminé hacia un pequeño muro que separaba los lavamanos de los baños. Me horroricé al ver que (3) tenía razón. ¡Había entrado en el baño de hombres! Estaba entrando en pánico. – ¿Ves? Te lo dije. – divertido contestó.

- ¡No es gracioso! ¡¿Cómo voy a salir de aquí?! – dije entrando en pánico. ¿Cómo saldría ahora? Si me veían salir del baño de hombres todo el mundo pensaría… ¡algo raro! Empecé a agarrarme del pelo desesperada y a dar vueltas intentando pensar en alguna solución, pero nada me venía a la mente. – ¿Y ahora qué hago? – pregunté desesperada.

(3) seguía mirando para mí, yo vi que su mirada había cambiado a una seria. No estaría pensando en… lo del casi beso ¿no? Y la escena en el ascensor volvió a mí. “No pienses en ello… sino será más incómodo” me auto animé. Escuché la voz de alguien al otro lado de la puerta, me asusté ¿y ahora qué haría?

No me dio tiempo a pensar en nada cuando (3) me cogió del brazo y me llevó a uno de los baños que tenía puerta. Cerró la puerta y él se apoyó en ella. Era una vista demasiado… tentadora… se le veía la clavícula ya que la camiseta que llevaba le quedaba algo grande. Con eso tenía todo el cuello al aire, mostrando su reluciente y fresca piel.

- La película de ayer fue increíble, de verdad, te la recomiendo. – dijo uno de los Junior que había entrado al baño. Aproveché que estaban hablando para reprocharle a (3) el habernos encerrado en el baño.

- ¡Pero tú te crees que es normal…! – puso una mano en mis labios, haciendo que no pudiese hablar, mientras con la otra mano ponía su dedo índice en su boca.

- Shhh ¿Quieres que nos descubran? – me riñó mientras arrugaba el entrecejo. Yo negué con la cabeza mientras optaba por callarme. ¿Por qué había hecho todo eso para ocultarme? ¿Desde cuándo se preocupaba tanto por mí? ¡No! ¡No volveré a caer en su juego! Es más… esta vez comenzaría yo el juego…

Llevé mi mano su camiseta y la apreté. Con esto conseguí que me prestase atención. Me miró y retiró la mano, que aún estaba en mi boca, para que pudiese hablar. Estábamos algo pegados, aunque no demasiado, pero el WC no dejaba mucho espacio, asique aproveché y me pegué un poco. ¡Te haré pagar! ¡Ya verás (3)!

- ¿Qué cosas increíbles me ibas a enseñar antes? – susurré mientras me ponía de puntillas para llegar a su oído. Traté de sonar lo más seductora posible, claramente me sonrojé ya que comportarme así con el chico que me gustaba me parecía algo… atrevido.

Me miró sorprendido, como preguntándose si me había dado un golpe en la cabeza. Pero le pareció divertido, ya que su sonrisa lo demostraba. Me miró divertido mientras me seguía el juego, para ver si yo continuaba con el juego o me retiraba. Pero esta vez no, esta vez el incomodado sería él.

- ¿De verdad quieres saber? – me preguntó acercando su rostro al mío. Al haberme apegado a él, nuestros rostros ahora estaban muy cerca, me puse de puntillas, acercando nuestras bocas.

- Así es, sorpréndeme. – susurré lo más seductoramente que pude. Noté como él me cogía de los brazos y nos daba la vuelta, así la acorralada era yo y no él. Me molestaba que hubiese cogido el control de la situación, pero aún así, continuaría con el juego.

- No quiero que luego te arrepientas. – me susurró. Para mi sorpresa me lo había dicho completamente enserio, su expresión divertida había cambiado a una seria. ¿Cómo me tenía que tomar ese comentario? No quería equivocarme, puede que sea, pero… ¿y si no? Nunca se sabe.

Sentí una presión en mis labios que al principio no supe qué era. Mis ojos se abrieron más de lo normal, lo que había enfrente de mis ojos era la oreja de (2). Rodé los ojos y lo vi. Vi sus ojos cerrados, vi su nariz rozar la mía y supuse… que sus labios era la presión que había sentido. Eso quiere decir… ¡Qué me estaba besando! ¡(2) (3) Me estaba besando! ¡Imposible! ¡Increíble! ¿Era verdad? Cerré los ojos.

Inconscientemente correspondí, era lo que estuve esperando estos seis meses que llevaba trabajando. No sería tan tonta de no aprovechar la oportunidad que el destino me ofrecía. Sentí su lengua ardiente que me pedía paso rozándome los labios, no se lo negué y abrí los labios para que pasase. Nuestras lenguas se entrelazaban, acariciaban y se querían. Sentí como poco a poco las caricias de nuestras lenguas cesaban. El beso se acababa…

Se separó de mí y yo abrí lentamente los ojos, mis pómulos estaban sonrojados, lo sentía. Le miré tímidamente a los ojos, noté que él también estaba sonrojado, aunque en menor medida.

- No juegues así conmigo. – susurré yo. Aunque ya no hacía falta, pues los Junior se habían ido. Bajé la mirada entristecida, sabía que esto había sido como un reto para él, ya que yo le había dicho que me lo enseñase. Elevé la mirada aún tímida, no me creía lo que acababa de pasar, pero por lo menos lo había disfrutado. Vi que me miraba fijamente, en ningún momento había apartado la mirada y sus mejillas ya estaban en su color normal. – No me mires. – susurré apartando la mirada apenada.

- No puedo. – respondió. Yo le miré confusa, no sabía a qué se refería. ¿El qué no podía? – Dejar de mirarte, no puedo. – debió notar mi confusión. Estaba muy serio, si seguía así de serio acabaría por creerme lo que me decía.

- No sigas… - pedí. Hice una pausa y continué hablando. – Nada bueno te pasa si me miras ¿recuerdas? – sonreí divertida, tratando de desviar el tema. No sé por qué pero me incomodaba toda esta conversación. Además, aún estábamos muy cerca, podía sentir su calor corporal con mi cuerpo.

- Lo sé. – le sonreí, parecía que todo volvía a la normalidad. – Ya ves lo que acaba de pasar cuando me quedo mirándote. – finalizó mirándome fijamente. ¿Pero qué le pasa? De repente, todo se había vuelto muy raro…

- ¿El qué pasa? – pregunté con temor a la respuesta que me diese. Seguí mirándole pero con temor y al parecer el debió notar. Sonrió tiernamente y me acarició una mejilla, acariciando también algún que otro mechón de pelo. – ¿N-Nani? – pregunté sonrojada. El seguía sonriendo tiernamente mientras se acercaba un poco a mí.

- Esto es lo que pasa cuando te miro. – el tono que había empleado para hablarme era completamente diferente al que usaba conmigo. Era tierno, dulce… pensando en todo esto volví a sentir una presión en mis labios, ¿me estaba besando otra vez? ¿No se cansaba de jugar?

(3) seguía acariciándome la mejilla tiernamente, con la yema de sus dedos tocaba mi pelo. Puse ambas palmas de mi mano en su pecho, estiré los brazos haciendo que se separase de mí. Quería seguir con el beso, pues lo deseaba, pero no quería que se riese más de mí.

- ¿Qué pasa? – me preguntó confuso. Yo aún mantenía los brazos estirados, bajé la cabeza, mirando al suelo, ahora mismo no sabría cómo enfrentarlo. Mis ojos me escocían, signo de que mis glándulas lacrimales comenzaban a actuar.

- No, por favor… - susurré lo suficientemente alto para que me escuchase. – Ya entendí, no juegues más, tú ganas. – mi tono de voz era bajo. Mis hombros temblaban a causa del llanto y con eso, también mis brazos. – ¿No sabes cómo me siento? – le reproché aún llorando. Que no me tomase enserio me ponía triste.

- Sí lo sé. Por eso te beso. – respondió tranquilo. No entiendo nada, si lo sabe que me siento triste… ¿por qué continúa con esto? ¿Realmente le caigo tan mal?

- ¿Por qué sigues con esto? ¿No sabes que me haces daño? – seguí susurrando, mis brazos aumentaron el ritmo de los temblores, haciendo que mis manos también temblasen. A causa de la impotencia de no poder parar de llorar y no comprender nada, cerré mis manos formando un puño, agarrando un poco de su camiseta.

- ¿Te hago daño? Yo pensé que era al contrario… que lo disfrutabas. – su tono era demasiado tranquilo, como convencido de que lo que hacía estaba bien. Mis lágrimas caían incontables de mis ojos, sintiéndome a cada palabra más confusa y triste.

- ¿Disfrutarlo? ¿Cómo voy a disfrutarlo cuando el chico que me gusta juega conmigo de esta manera? – reproché elevando el tono de voz, no lo elevé demasiado pues no tenía fuerzas para ello.

- ¿Quién ha dicho que esté jugando? Yo no lo he dicho. – respondió, imaginé que estaría sonriendo tiernamente. Su comportamiento me desconcertaba, hacía solo como una hora o media hora que se estaba metiendo conmigo y ahora esto… no entiendo nada.

- Lo sé pero entiendo el lenguaje subliminal. – me erguí y le planté cara. Las lágrimas habían desaparecido asique me sentí con fuerzas de enfrentarlo. – ¡Tú ganas! – y le sonreí alegremente para que no se preocupase. (2) me miraba serio, la sonrisa tierna se le había borrado del rostro. No comprendí nada pero aún así seguí con la sonrisa.

- No… tú me has ganado. – susurró mientras me cogía de la cintura y me apegaba a él. Sentí su aliento mentolado en mi rostro. – Tú me has ganado poco a poco. Tú has ganado mi corazón, mis pensamientos… tú has ganado este juego. – me dijo para besarme tiernamente, con sentimiento. En ese beso sentí el amor que él parecía tenerme. Después de unos minutos de besuqueos románticos me dijo. – ¿(1) quieres ser mi novia? – me sonrojé. ¡No me lo puedo creer! ¡Novia de (2) (3)!

- ¡He ganado! – sonreí mientras le besaba dando por afirmada la pregunta. Nos separemos y sonreímos como bobos enamorados.

- Ahora… tenemos que salir del baño… - dijo divertido (3), yo reí. Era verdad… aún estábamos en el baño de hombres… - Te quiero. – y me dio un corto beso.

- Yo también. – y le di un corto beso.


Fin...

 

Espero que os haya gustado. ^^

Mimi-chan ^^ 

miércoles, 16 de mayo de 2012

Never say Never. III

Bueno, bueno, bueno... aquí os traigo el tercer cap de Never say Never. Sucesos nuevos van apareciendo, los personajes ya se van relacionando entre sí, problemas, sonrojos, burlas... todo este cap está lleno de eso. Espero que se vaya notando el cambio en las personalidades de ambos protagonistas.... que lo disfruten. ^^



Pareja del fic: Yamajima, y otras varias... aún no las tengo decididas. Tengo pensado entremezclarlas... ^^


Capítulo III




La mañana amanecía en Tokio y con eso los rallos del sol se infiltraban por una de las ventanas de la casa Nakajima. Uno de esos rayos daba directamente en el rostro de un chico profundamente dormido, molestándote en uno de los ojos. Haciendo que se despertase. Se sentó en la cama todavía dormido, se restregó los ojos para ver si así conseguía despertarse del todo. Notó como una molestia en el rostro, como si hubiese dormido encima de algo… Sobó la mejilla afectada. Se intentó mover cuando unas manos en su cintura se lo impidieron. Espera un momento, ¿manos en la cintura?

Yamada lentamente se fue girando, dado que estaba de espaldas a quien fuese que le retenía. Cuando se giró del todo ahogó un grito tapándose la boca para que la otra persona no despertase. ¿Qué hacía en la cama de Nakajima? Trató de recordar… pero solamente le venía a la cabeza cuando lo recogió borracho. Miró al menor que dormía tranquilamente mientras se aferraba a su cintura. Tenía el pelo esparcido por la blanca almohada, su respiración era tranquila y pausada. Verlo dormir tan tranquilamente le entra ganas de… dormir también.

¡Pero no podía! Tenía que hacer algo para salir de esa situación, no quería que Nakajima despertase y lo encontrase en su cuarto. Cogió con delicadeza una de las manos de él y la intentó apartar de él pero eso hizo que el menor se moviese incómodo. Eso alarmó a Yamada temiendo que el otro despertase, ¿cómo se podía haber dormido con él? Ya tenía que haber estado muy casando.

Aprovechó que el menor se movió para escabullirse y salir de los brazos que lo tenían prisionero. Suspiró tranquilo al verlo dormir tranquilamente, misión cumplida. Ahora solo quedaba salir de la habitación sin que los padres de Nakajima se enterasen de que habían dormido juntos. Meditó un plan, pero no se le ocurrió nada, simplemente; salir sin ser notado. Caminó de puntillas hasta la puerta y la abrió haciendo el menor ruido posible. Asomó un poco la a cabeza para examinar que no había nadie en el pasillo. Miró a ambos lados y poco a poco salió del cuarto, cerrando la puerta con suma delicadeza. Y lo peor era ahora, su habitación quedaba justamente delante de la de los señores Nakajima. De puntillas se fue acercando hasta su puerta y la abrió, ya tenía el primer pie dentro de su habitación.

- ¿Ryo-chan? – escuchó de repente detrás de él. La voz de la señora Nakajima hizo que pegase un brinco, estaba tan concentrado en no ser pillado que se le había olvidado que la madre ya podía estar despierta. Se giró y le sonrió nerviosamente, temiendo que le haya visto salir de la habitación del menor.

- Ah, Ohayo. – saludó lo más natural que pudo, pero por dentro estaba nerviosísimo. Le temblaban hasta las piernas. Estaba sudando frío temiendo que la señora Nakajima le riñese, o peor todavía… pensase algo que no era.

- ¿Te has levantado al baño? – le preguntó totalmente inocente la madre, ajena a todo lo que había sucedido la noche anterior, y ajena a que ellos dos habían dormido juntos. Yamada solamente sonrió aliviado al ver que no había sido descubierto.

- Hai. – mintió. La señora Nakajima solamente asintió y bajó las escaleras, ya que las había subido porque había escuchado pasos en el piso de arriba. Cuando Yamada no pudo verla entró apresuradamente a su cuarto para estar a salvo, una vez ahí suspiró sonoramente, aún mantenía dentro de él la adrenalina que había acumulado en esa misión imposible. Pero la misión había sido… – ¡Un éxito! – levantó el pulgar emocionado, no había sido descubierto.

Ahora… lo que le preocupaba sería la reacción que tendría Nakajima al despertarse. Suspiró. Eso era otro tema a tratar, pero de todo esto tenía la culpa ¡Yuto! El mal rato que le había hecho pasar ayer pensando que le había podido pasar algo y el mal rato que le había hecho para ahora, todo, ¡era culpa! ¡Se aseguraría de que el Nakajima se enterase de lo que pasaba cuando incomodas a Yamada! Aún no sabía cómo lo haría, pero lo haría.

Caminó hacia la cama y se echó bocarriba, con los brazos en cruz. Pero… era la primera vez que podía dormir tranquilo, no había tenido pesadillas, ni malos recuerdos, ni le había costado dormir. ¿Sería por haber dormido con Yuto? No, eso no podía ser posible. Solamente había acumulado cansancio y se durmió. Solo había sido eso. Se levantó y se encaminó hacia su baño para ducharse y despejar un poco la mente. Salió con la toalla en la cadera y una toalla en el cuello. Se dirigió a la cómoda para buscar la ropa que se pondría hoy.

Una vez que estuvo listo se dispuso a bajar para ir a desayunar, tenía hambre. Cuando bajó se dio cuenta de que no estaba el señor Nakajima y tampoco Yuto. Suspiró tranquilo al no tener que enfrentar a Yuto todavía, aunque sabiendo lo bebido que iba ayer tardaría en despertar.

Desayunó tranquilo con la señora Nakajima comentando las noticias. Le ayudó a recoger la mesa y se dispuso a ir a su cuarto para pensar qué hacer el resto del día.

- Ah, Yama-chan. – llamó la señora Nakajima cuando estaba subiendo las escaleras. Se giró para mirarla. – ¿Podrías despertar a Yuto-kun? – y lo finalizó con una cálida sonrisa. Yamada se tensó, ¿despertarlo? Tragó fuertemente y asintió. No sólo tendría que afrontarlo sino que lo tenía que despertar él. Subió los escalones que le quedaban y caminó por el pasillo.

Picó antes de entrar con la esperanza de que estuviese despierto, pero al no contestarle nadie supuso que seguiría durmiendo. Suspiró, llenándose de valor. Abrió la puerta lentamente. Y entró despacio, no sabía por qué estaba siendo tan minucioso si tenía que despertarlo. Cerró la puerta sin hacer ningún ruido y se acercó despacio a la cama del joven. Lo miró dormir se le veía tan tranquilo, tan feliz, tan despreocupado…

Instintivamente se acercó para verlo mejor, y estiró el brazo en dirección al rostro del pequeño con intención de acariciarlo. Tenía unos mechones del pelo tapándole un ojo, se los apartaría. Acercó su mano aún más para poder apartarlos. Con la yema de sus dedos rozó la sien de Yuto haciendo que una corriente eléctrica cruzase por su espina dorsal provocando que se le erizase la piel. Tocó el suave pelo del pequeño y se lo colocó detrás de la oreja, rozándola con sus dedos. Ese gesto hizo que el pequeño riese mientras movía la cabeza para apartar lo que fuese que lo estaba molestando.

Con ese ruido Yamada se dio cuenta de lo que había hecho, hasta ese momento que no se había dado cuenta de que su rostro estaba demasiado cerca del de Yuto, tampoco se había dado cuenta de cuándo se había sentado en la orilla de la cama. Parecía que había entrado en una especie de trance. Al ver que el menor se movía en la cama se asustó y se levantó de golpe para que Nakajima no notase nada fuera de lo normal.

El pequeño no se había despertado, suspiró aliviado. Pero eso solo quería decir que lo tenía que despertar él. Se acercó de nuevo a la cama y poniendo cara de molestia lo llamó, pero Yuto no reaccionaba. Lo llamó un poco más fuerte para que le escuchase, lo único que recibió como respuesta fue un quejido por parte del pequeño.

- ¿Pero qué eres? ¿Un bebé? – mencionó molesto mientras se colocaba las manos en la cadera en forma de jarra. Volvió a suspirar molesto y se acercó más para poner sus manos en el delgado cuerpo del menor y moverlo y así despertarlo. Pero no funcionó así que tuvo que moverlo más fuerte, teniendo más contacto con el cuerpo del menor. Y tampoco se despertó, solo recibió quejidos y gruñidos. – Menuda marmota estás hecho. – se quejó mientras volvía a la posición inicial, apartando las manos del cuerpo del pequeño.

Se estaba empezando a hartar y eso no era nada bueno, tenía muy mal carácter cuando se enfadaba. Optó por el mismo movimiento que antes pero esta vez lo haría más fuerte. Se acercó de nuevo a él y colocó sus manos en el cuerpo de Yuto, pero éste repentinamente se movió haciendo que el mayor perdiese el equilibrio y cayese encima de él. Con tal mala suerte de que Yuto se había despertado por el golpe recibido.

- ¿Qué haces? – preguntó malhumorado Yuto mientras lo miraba extrañado y algo molesto. Despertarse y ver a ese chico encima de él no era nada agradable.

- Te estuve llamando y no despertabas. – se quejó el mayor aún encima de él. Estaba sonrojado porque la situación era comprometedora. Estaba encima de la parte inferior del cuerpo de Yuto.

- ¿Y como no lo conseguiste optaste por espachurrarme tirándote encima de mí? – murmuró molesto el menor mientras se pasaba una mano por el pelo despeinándose. Yamada se molestó por el comentario que Yuto había hecho.

- ¡No fue a propósito baka! – elevó el tono de voz molesto. Aún seguía encima de las piernas de Yuto, pero se le había olvidado ya que Yuto le estaba sacando de quicio, otra vez.

- Vale, estás demostrando que eres bastante torpe. – se volvió a quejar el pequeño malhumorado. – A propósito, ¿te puedes levantar? Se me han dormido las piernas. – se quejó intentando mover una de las piernas. Yamada reaccionó levantándose rápidamente, lo hizo tan rápido que perdió el equilibrio y cayó de culo. En un intento de agarrarse a algo para no caer tiró todo lo que había encima de la mesita de noche de Yuto.

- Ittee… - se quejó mientras se sobaba la parte afectada. Yuto solo lo miró molesto mientras le miraba fijamente.

- ¿Quieres no destrozar mi habitación? ¿No tenías suficiente con aplastarme a mí? – se volvió a quejar Yuto. Al parecer su humor cuando despertaba era detestable y eso lo estaba comprobando Yamada ahora. – Pero mira que eres torpe. – repitió el menor mientras se destapaba y ponía los pies en el suelo.

- ¡¿Quieres dejar de llamarme torpe?! – exclamó molesto el mayor mientras lo miraba furioso. – Ha sido un accidente ¡un accidente! – le recalcó para que dejase de llamarlo torpe. Él no era torpe para nada, era todo ese chico que tenía mala suerte. Se levantó enfadado dándole una mirada matadora.

- Espero que recojas eso antes de irte. – sentenció el más alto mientras se dirigía al baño para darse una ducha y despertar del todo.

Una vez que Yamada estuvo solo en la habitación, arrugó la nariz mientras apretaba los labios. En un intento de hacerle burla. Se agachó para recoger las cosas que había tirado y vio que había sido una caja con algunas pertenecías del pequeño, esas pertenecías eran cartas que al parecer estaban abiertas, pero metidas en el sobre. La tentación de leerlas pasó por su cabeza pero al meditarlo otra vez, prefirió no hacerlo.

Escuchó el ruido del agua en el baño y pudiendo más la curiosidad que la razón, se sentó en la cama a leer las cartas que había. Se sorprendió de lo que leyó, eran cartas de amenaza, amenazas de muerte. Yamada abrió los ojos de la sorpresa y puso una mano en su boca que tenía forma de “o”.



¡Como me vuelva a enterar de que te acercas a mi hermano, te parto las piernas! ¡¿Entendiste?! Yo sé de qué calaña son los chicos como tú. Asique enterado estás, como te acerques a él, no tendré ningún reparo en ir hasta tu casa a buscarte.

Avisado estás. T. Y.



Y así acababa una de las cartas. Miró la puerta para asegurarse de que Yuto no salía y cogió otra carta. Esa también era de amenaza, al parecer todas de la misma persona. Por lo que había leído, Yuto había tenido una “aventura” con el hermano de ese tal “T. Y.” y el pobre chico se había enamorado de Nakajima. Guardó esa carta en su correspondiente sobre y siguió con la siguiente y así hasta leer la última. Estaba tan absorto en la lectura que no había notado cuando Yuto cerró el agua y había salido del baño.

- ¿Qué haces? – preguntó el menor desde el umbral de la puerta. Yamada se sobresaltó, pegando un brinco. Guardó la carta como pudo en su sobre. – Te he dicho que qué haces. – repitió mientras se acercaba a él, hasta llegar a ponerse a su lado. A Yamada no le había dado tiempo a dejar la caja en su sitio cuando Yuto estuvo a su lado.

- Nada. – habló rápidamente mientras dejaba la caja en su sitio. –Me dijiste que lo recogiese y eso estoy haciendo. – mintió algo nervioso. Si Yuto lo pillaba husmeando en sus cosas se pondría hecha una furia.

El menor se acercó a la caja, vio que había una carta que estaba medio fuera, ató cabos y se dio cuenta de lo que Yamada estaba haciendo mientras él se estaba duchando.

- Mentiroso. - murmuró. Yamada no le pudo oír y le pidió que repitiese lo que había dicho. – ¡Estabas leyendo mis cosas! – el mayor se sorprendió, ¿cómo podía haberlo pillado? Si cuando guardó las cartas estaba de espaldas a Yuto.

- ¿Q-Qué? – preguntó nervioso el mayor, tenía algo de miedo por ser descubierto. No quería que Yuto se enfadase con él, básicamente, porque si no sería peor la convivencia.

- ¡¿Quién te ha dado permiso para leer mis cosas?! ¡¿Eh?! – le encaró ferozmente. Ryosuke se asustó y se inclinó un poco más en la cama para no tenerlo cerca y tener algo de espacio personal. – ¡Contesta! – ordenó el menor.

- N-Nadie… - respondió desviando la mirada. No sabía cómo afrontar la mirada que estaba recibiendo por parte de Yuto. Además, tenía todo el derecho del mundo para enfadarse, había leído cosas privadas del menor. – P-Pero aún así… creo que deberías decírselo a alguien. – habló aún con la mirada desviada. – Te están amenazando… tienes que ir a la policía. – continuó hablando el mayor aún sin mirarle, no sabía cómo afrontarlo. – Si quieres yo puedo… - pero fue interrumpido por el menor que lo había cogido por el brazo levantándole de la cama y arrastrándole hacia la puerta. Abrió la puerta con intención de echarle fuera.

- ¡No necesito tu ayuda! – gritó mientras lo empujaba hacia el pasillo y cerró la puerta bruscamente haciendo que sonase demasiado fuerte.

La señora Nakajima se asustó del portazo que había escuchado y se asomó para ver qué pasaba.

- ¿Ryo-chan? – preguntó la señora Nakajima mientras se secaba las manos ya que la habían interrumpido cuando estaba lavando los platos. Yamada giró el rostro para mirar a la señora Nakajima y le sonrió despreocupadamente.

- Mal despertar. – mantuvo la sonrisa hasta que la señora Nakajima se dio por satisfecha y volvió a su labor. En cuanto la mujer hubo desaparecido, Ryosuke quitó la sonrisa y se encaminó cabizbajo a su cuarto, pensativo.

Cuando llegó a su cuarto, cerró la puerta y se recostó en su cama boca arriba. Tapando sus ojos con su antebrazo, creando una sombra en sus ojos.

- Baka. – se insultó a sí mismo. No encontraba otra palabra para describirlo en ese momento, ¿cómo se le había ocurrido fisgonear en las cosas de los demás? Pero, ahora todo eso le tenía muy preocupado.

Yuto estaba siendo acosado, ¿por qué no se defendía? O por lo menos, ¿por qué no lo denunciaba? Estaba en todo su derecho. Aunque el haber mantenido relaciones sexuales con alguien y luego tirarlo por la borda o hacer como si no existiera esa persona, era algo muy duro, pero de ahí… a llegar a amenazar a una persona… había un tramo.

De repente unas ganas enormes por ayudarle le entraron, ¿por qué se preocupaba tanto por él? Se habían tratado mal mutuamente, no se soportaban, no podían convivir juntos y aún así, quería ayudarlo. ¿Cómo podía ser eso posible? ¿Realmente era tan buena persona? Una cosa tenía clara, haría algo por ayudarlo. Pero, ¿el qué? Lo primero que le rondó por la mente fue; insistirle para que denunciase y eso haría, no sabía qué otra cosa hacer. Cuando se le ocurriese una mejor idea la haría.

Pero insistirle ahora sería mala idea, mejor esperar hasta hoy por la noche, o mejor hasta mañana. Ahora mismo Yuto estaba muy enfadado con y él y sacarle el tema de nuevo no era del todo una buena idea.

- ¡Yosh! – dijo decidido mientras se levantaba y apretaba el puño en alto, en signo de determinación. Pero la determinación se fue cuando escuchó a Yuto salir de su cuarto dando un gran portazo. – Sí que está enfadado. – pensó en voz alta Yamada. – Mejor lo dejo para mañana. – dijo bajando la mirada apenado.

Sabía que haber mirado sus cosas estaba mal, incluso leer su correspondencia era delito, pero eso le serviría para ayudarle, aunque no se dejase. Porque parecía ser que Yuto era muy testarudo cuando se lo proponía.



~~

Tranquilamente habían pasado la tarde y la noche en la casa Nakajima. Bueno lo “tranquilo” que había sido era muy relativo. Ya que a Yamada se le ponían los pelos de punta cada vez que Yuto lo miraba furioso, realmente estaba enfadado con él. Bueno, pero en algún momento se le pasaría ¿no?

~~

La noche había pasado y la mañana asomaba por el horizonte, haciendo que los rayos de sol le despertasen. Era lunes y como tal, tenía que levantarse más temprano, para alistarse y llegar a tiempo. Se desperezó y abrió los ojos mirando alrededor, buscando el despertador, este marcaba las 7 y cuarto, ¡iba tarde! ya que entraba a las 8:00.

Casi por milagro logró llegar pasar el muro del colegio a tiempo, antes de que cerrasen la verja. Puso sus manos en sus rodillas, recobrando el aliento. Mirando al suelo notó como las gotas de sudor rodaban por su frente. Se irguió y sacó un pañuelo de su bolsillo trasero del pantalón y se lo pasó por la frente para secar el sudor.

- ¡Yama-chan! – gritó una voz que le resultaba conocida detrás de él. Se giró aún con el pañuelo en la frente y respirando algo agitado, aunque ya se estaba calmando la respiración. Vio al mismo chico pequeño con el que había hablado en el mercado. El “chibi” aún estaba lejos de él, por lo cual tuvo que correr para acercarse a Yamada.

- Oh… - no podía acordarse del nombre, le daría algo de vergüenza que éste se acordase de su nombre y él no acordarse del de él. – Chinen Yuri-kun. – fugazmente se acordó del nombre que el propio susodicho le había dicho. Solo que por las prisas había dicho el nombre completo…

- ¿Chinen Yuri-kun? – claramente era una pregunta retórica, acto seguido Chinen comenzó a reírse. – Con Chinen o Yuri vale. – después de la pausa que hizo para poder hablar, comenzó a reírse de nuevo. Ryosuke se sonrojó mirando al suelo, escondiendo su rostro.

- E-Entonces te llamaré… Chinen. – decidió el mayor algo sonrojado todavía, aunque la pena del momento ya se le había pasado. Para suerte del mayor la campana sonó, iniciando las clases, así el menor no podría seguir riéndose de él.



~~



Las tres primeras clases ya habían pasado, con esto se daba por finalizada la primera parte del horario, ahora, para descansar un poco tenían la hora de descanso. Así que Ryosuke decidió ir, como siempre, a la azotea a comer tranquilo. Pero antes de que saliese al pasillo Yuri lo interceptó, impidiendo que siguiese su camino.

- ¡Ah, Yama-chan! ¿Te gustaría venir a comer conmigo y unos amigos? – le preguntó poniendo ojitos de cordero degollado. A Ryosuke esa mirada no le ablandeció para nada, pero no quería ser maleducado asique aceptó.

Los dos se dirigieron a una especie de campus, bajo la atenta mirada de Yuto, que no había perdido de vista a Yamada desde el inicio de las clases. Y más al saber que éste se relacionaba con… Chinen Yuri.

Ryosuke escuchaba todo lo que Chinen decía. El más bajo no paraba de sacarle temas de conversación y Yamada solamente contestaba cuando se le preguntaba. Le parecía extraña la personalidad de Chinen ¿cómo podía hablar tan tranquilo con él, sin ni siquiera conocerse?

- ¡Dai-chan~! – gritó el menor levantando el rostro. En el trayecto al “campus” Chinen le contó que su instituto compartía campus con la universidad de al lado. Ambos establecimientos regidos por la misma familia. A causa de eso los amigos con los que se iban a encontrar eran universitarios, eso quería decir… senpais.

- Hola chicos. – saludó Chinen una vez que llegó la mesa en la que estaban sentados. Hoy hacía buen día asique habían decidido sentarse fuera, en la terraza de la cafetería.

- Hola Chinen. – devolvieron el saludo ellos. Eran 4 chicos, a cada cual más diferente que el anterior. Pero aún así parecían buenos amigos.

- ¿Quién es este chico? – preguntó el que parecía ser el mayor de todos. Se sabía por la amabilidad con la que le había hablado. Claro estaba que si era un chico más o menos de la su edad no lo trataría como un niño pequeño a Chinen.

- Ah, un alumno nuevo de mi clase. – sonrió mientras los dos menores se sentaban en la mesa. A Ryosuke le había tocado al lado de… ¡otro chibi! El chico de al lado no parecía ser mayor que él, incluso sentado podía estimar que medía poco. Chinen lo miró diciéndole con la mirada que se presentase.

Ryosuke los miró uno por uno, todos esperando escuchar su nombre. Realmente eran muy distintos entre ellos, había uno que emitía un aura de diversión, otro de peligro, otro de ternura y por último, otro de amabilidad.

- Yamada Ryosuke. – se presentó finalmente. Bajando la mirada algo apenado. No sabía qué reacción iban a tener los senpais respecto a él.

- ¡Vaya empezaba a creer que eras mudo! – expresó el que tenía el aura de diversión. Ryosuke lo miró, parecía fácil hablar con él. Los demás sonrieron al comentario del de pelo rubio. – Soy Yaotome Hikaru, por cierto. – le sonrió alegremente.

- Ignora a este baka. – habló el que estaba a un lado de Yaotome. Ignorando el grito de Hikaru por haberlo llamado baka, continuó hablando. – Yabu Kota. – y le revolvió el pelo al ver que Yamada estaba incómodo. Chinen sonrió alegre al ver que sus amigos se llevaban bien, aunque todavía faltaba por ver la reacción de dos de ellos.

- ¡Arioka Daiki! – y acompañado de esas palabras vino una enérgica sonrisa y un apretón de manos. Yamada lo miró extrañado, ese chico era muy… ¿enérgico? Sí, se podría decir así. En diagonal a él, al lado del mayor de todos, Yabu, estaba en que emitía el aura de peligrosidad. Era algo serio y parecía que nada le causaba gracias, es más, en todo el “diálogo” no había hablado nada. Era muy diferente al chico que tenía al lado de él.

- Vamos, Yuya preséntate. – “ordenó” Chinen mirando hacia el nombrado. El chico que respondía al nombre de “Yuya” puso su mirada en el más pequeño, clavándola fijamente en los ojos de Chinen. Este le mantenía la mirada, parecía que se conocían muy bien. Yuya miró a Ryosuke, esto hizo que el menor se pusiese recto y le mirase tímidamente.

- Takaki Yuya. – dijo igual de serio que antes. Yamada asintió y no dijo nada. Chinen sonrió alegre, al menos había conseguido que Takaki se presentase. Los otros tres sonrieron también, Yuya no era muy bueno consiguiendo amigos.

- Bueno, pues ya estamos todos presentados. – dijo finalmente Daiki sonriendo alegremente, sonrisa a la que Yamada ya se estaba acostumbrando. Era una sonrisa muy radiante, muy enérgica, muy… encantadora. Sí, esa podía ser la definición. – ¡Oh! – gritó sorprendido Arioka. Yamada se asustó, ya que estaba mirando para Arioka en ese momento. El grito le había parecido tan inesperado que pegó un brinco en el asiento.

- ¿Qué te pasa, ahora? – preguntó Hikaru mientras dejaba de mirar el móvil, con el cual estaba jugando. – ¡Ah! ¡Perdí! – se quejó malhumorado Yaotome mientras miraba incrédulo el móvil. Era el segundo nivel, no podía haber perdido…

Yamada extrañado siguió mirando a Daiki que aún tenía en el rostro la sorpresa. Como aún no le había respondido a Hikaru decidió preguntar él mismo.

- ¿Qué pasa, Arioka-senpai? – tímidamente preguntó. Aunque Daiki parecía un chico abierto a nuevas amistades, Ryosuke aún no era capaz de hacer amigos tan rápidamente.

- ¡Yuto-kuun~! – gritó Daiki mientras apoyaba las manos en la mesa, levantándose. Elevó un brazo y movió la mano agitadamente. Hasta para los saludos empleaba mucha energía. Un momento, ¿Yuto? ¿Nakajima Yuto?

- Oh, oh. – escuchó decir a Yabu. Yamada miró al que había hablado. El tono que había empleado le parecía extraño. – Problemas… – susurró el mayor. Ryosuke se extrañó de lo que había escuchado, ¿qué significaba?

Después rodó su mirada hasta “Yuto” para verificar que era Nakajima. Y sí, era su compañero de casa. ¿Takaki tenía problemas con Yuto? ¿Es que Yuto no tenía bastante con los problemas de las amenazas? Vio como Yuto lo miraba, después de haber saludado a Daiki, ambos se mantenían la mirada. Yuto se dirigía a su mesa… ¿qué haría? No quería que ellos supiesen que estaba viviendo con él, sólo le traería problemas a los dos. Se levantó rápidamente, sorprendiendo a todos.

- Gomen, me he acordado que tengo algo que hacer. – y se dio la vuelta, caminando en dirección contraria a Yuto. Caminaba rápidamente, llegando al interior del instituto en un abrir y cerrar de ojos. Siguió caminando hasta los baños. Entró y cerró la puerta.

- Pero, ¿qué estoy haciendo? – se preguntó mirando su reflejo en el espejo. En él veía a un chico, apurado, desesperado por escapar, pero… escapar… ¿de qué exactamente? No entendía nada.

- El tonto bobo. – respondió alguien a su pregunta detrás de él. Se giró rápidamente para ver quién había hablado y se sorprendió de ver allí a Yuto. ¿A qué velocidad caminaba ese hombre?

- Era una pregunta retórica, no tenías que responder. – arrugó el entrecejo al ver la sonrisa burlona en el rostro de Nakajima. No se habían hablado en todo el día y ahora le hablaba para meterse con él.

Yamada vio que la conversación iba al mismo sitio de siempre, a una discusión. Y ahora mismo, no tenía ganas. Asique para evitar su malhumor, prefirió salir, pasando por al lado de Yuto y abriendo la puerta para salir. Pero un brazo, que le pasó por un lado de la cabeza, cerrando la puerta.

- Asique… primero me quieres ayudar… y ahora me traicionas. – susurró el más alto en su oído. Un escalofrío recorrió toda su espina dorsal, haciendo que se sonrojase. Se giró con los cachetes algo rosados, sorprendiendo al menor.

- ¿Q-Quien te ha traicionado? – trató de sonar molesto, pero el tartamudeo se lo impidió. Yuto sonrió de medio lado, arrogante de lo que un susurro suyo podía hacer en el pequeño cuerpo de Yamada.

- Tú. – respondió acercándose un poco más, colocando el otro brazo en la puerta, acorralando a Yamada entre su cuerpo y la puerta. A Yamada le incomodaba la cercanía que estaba cogiendo el menor, pero no podía escapar. Se apegó todo lo que pudo a la puerta, pero no consiguió aumentar la distancia entre ellos.

- ¿Cuándo? – aún seguía sonrojado, lo podía sentir, pero al menos, el tartamudeo se había ido. Se miraban fijamente, Yuto miraba al mayor intensamente, aguantando la sonrisa orgullosa, puesto que el mayor seguía sonrojado.

- Antes, en la mesa estaba el autor de esas cartas. – le susurró en el oído haciendo que otro escalofrío recorriese su espalda, aumentando el sonrojo. ¿El autor de esas cartas era uno de ellos cinco? ¿Quién era?

- ¿Qué? ¿Quién es? – le preguntó interesado. Las ganas de ayudarle volvieron a él pero, ¿por qué? No lo entendía. Pero bueno, no era tiempo de raciocinio era tiempo de actuar ayudando a Nakajima.

- Takaki Yuya. – respondió sin titubeos. Bueno… las iniciales coincidían, y las palabras dichas por Yabu también corroboraban que el autor estaba en esa mesa.

- ¿Takaki-senpai? ¿Tiene un hermano? – le preguntó extrañado. Se había olvidado de lo cerca que Yuto estaba… aunque Yuto también, pero no cambiaba la posición.

- Así es. Aunque no es un hermano de sangre… y ese hermano estaba en esa mesa. – Yamada abrió los ojos desmesuradamente, ¿había hablado con el chico que estaba enamorado de Yuto? ¿Quién era? Era no único que le interesaba y la pregunta no paraba de repetirse en su cabeza. – Chinen Yuri. – respondió Yuto sonriendo.

- Chinen… Yuri. - ¿Chinen era el chico con el que Yuto se había acostado? ¿Chinen era el chico que se había enamorado de Yuto y éste lo había dejado al olvido?



Continuará...

 

 

Ja ne, Mimi-chan desta!! ^^