domingo, 29 de diciembre de 2013

Only you. [Capítulo 16]

¡Buenas! Aquí vengo a dejar el último capítulo del año de este mi más amado (de momento) fic. Me encanta escribirlo y presiento que poco a poco se va acercando el final. Aunque creo que me tomará como mínimo, cinco caps más (sí, como mínimo)

Sin más, ¡aquí lo dejo! El año que viene traeré más cosas  ^w^

¡FELICES FIESTAS DE AÑO NUEVO A TODOS! 


Parejas: Ariyama, yamajima, okajima, takanoo, yabuhika, chiitaro.



 Capítulo 16







Todos seguían en silencio, había un poco de tensión en el ambiente, cosa de la que no parecía darse cuenta Tamamori. Daiki seguía sin mirar a nadie en específico, después de mirar a Ryosuke desvió la mirada sintiéndose culpable, demasiado culpable.

- Así que… - comenzó Yuto ya que la situación era algo tensa. Le preocupaba la reacción de Yamada, pues éste siempre había esperado el regreso de Arioka. Se sentía algo enfadado con el mayor, ¿cómo se atrevía a traicionar a Ryosuke?

- ¿Salisteis juntos? – continuó Hikaru que estaba igual de sorprendido que los demás. Miraba al moreno que acababa de soltar la bomba. Con razón ahora Daiki ya no sentía nada por Yamada, ya había tenido más parejas.

- Sí. – respondió sonriente el invitado. No se daba cuenta de la tensión que había en el ambiente, más bien… era ajeno a todo. Ni siquiera veía la incomodidad en su amigo.

Se hizo el silencio otra vez, nadie se atrevía a hablar, inclusive Arioka. No sabía qué tenía que decir, solamente rogaba que su amigo contase toda la historia. No quería desviar la mirada, no quería encontrarse con esa mirada de traición de Ryosuke, le dolía mucho.

- Aunque solo fue por un mes. – explicó. Los demás parecieron relajar la expresión.

A Ryosuke ese dato no le servía de nada, simplemente lo empeoraba todo. Tenía unas enormes ganas de llorar, quería salir de ahí, no escuchar nada de lo que Tamamori tuviese que decir, nada. No quería ver el rostro de Arioka por más tiempo, ahora estaba comenzando a odiarle, realmente le había hecho mucho daño escuchar esas palabras.

Se levantó y se marchó rápidamente, tenía que hacerlo antes de que las lágrimas se saliesen de sus ojos, no quería llorar en frente de sus amigos. No, eso nunca. Tampoco lo quería hacer delante de Yuto y mucho menos, delante de Daiki. No quería verse como el ex traicionado, pero era así como se sentía.

Daiki siguió cada movimiento del menor y por impulso, o culpabilidad, salió detrás de él. Tenía que explicarle, aunque no tuviesen nada ahora sentía que el castaño se merecía una explicación. O por lo menos, toda la historia.

Yuto miró a su novio salir con lágrimas en los ojos y después vio como Arioka salía detrás de él. Extrañamente, se sentía furioso, pero con Daiki. ¿Cómo se atrevía a hacerle eso a Ryosuke? Tenía unas ganas tremendas de golpear a Arioka. Apretó los puños fuertemente, de rabia e impotencia. Quería salir detrás de Yamada y tratar de calmarle, pero sabía que ahora mismo Yamada necesitaba a Daiki a su lado y no a él. Solamente Daiki podría aliviar el sufrimiento de su novio. Lo extraño, era que no sentía celos, simplemente pena por su novio. ¿Qué le pasaba?

- Aunque creo que nunca llegué a gustarle a Dai-chan. – continuó explicando el moreno. Los demás posaron sus miradas en él, esperando lo que tenía que decir.

- ¿Y eso por qué? – la curiosidad podía con Ryutaro que miraba expectante al moreno que sin querer la había liado parda en el grupo.

- Siempre estaba ausente. – hizo una pausa en la que sonrió. – Y cuando rompimos, me confesó que seguía amando a esa persona dueña de su corazón. – soltó un suspiro irónico. Después de que rompiesen habían seguido con el buen contacto, pero Daiki no volvió a salir con nadie.

Los demás se miraron entre ellos sorprendidos, no cabían del asombro ante lo que acababan de escuchar.





- ¡Yamada espera! – llamó Daiki andando detrás de él por el pasillo del piso de arriba. El nombrado no se detenía, ya era la cuarta vez que le llamaba y ni caso le había hecho.

El menor andaba apresuradamente con una mano en el rostro, tratando de retener las lágrimas que no cesaban. No quería que nadie le viese así y menos Daiki, ¿por qué tenía que haberle seguido? ¡No quería verle!

Fue en dirección a su dormitorio, su corazón latía tan fuerte que dolía y se le estrujaba solamente de pensar lo que le había hecho Arioka. Éste consiguió alcanzarle antes de que cerrase la puerta de la habitación, entró sin esperar a que el menor se diese cuenta de su intromisión. Cerró la puerta haciendo que el menor se diese cuenta de que estaba dentro.

- ¿Qué haces aquí? – preguntó sin girarse y secándose las lágrimas que no paraban. No quería que el mayor le viese con lágrimas en los ojos, no le dejaría que le viese tan débil.

- Déjame que te explique… - se acercó un poco a él con el tono en súplica, esperaba que el menor quisiese escucharle. Bueno, y si no quería escucharle él se encargaría de que lo hiciese.

- No tienes nada que explicarme. – Yamada trató de tranquilizarse, de que no le pudiese la rabia que estaba sintiendo en ese momento. No entendía por qué lloraba ni el por qué se sentía traicionado.

- Claro que tengo explicarte. – sentenció el mayor algo dolido, no quería ver al menor así. No le gustaba, le hacía sentir un miserable. Se le estrujaba el corazón cada vez que escuchaba un leve sollozo por parte de Ryosuke.

- ¡¿Qué me tienes que explicar?! ¡¿El cómo tardaste menos de un mes en buscarte a otro?! – se giró encarándole y gritándole. Tenía mucha rabia como para retenerla, lo había intentado pero la terquedad de Daiki había ganado. No quería saber nada, ni de él ni de su historia con Tamamori.

- ¡Estás equivocado! – elevó él también el tono de voz, no quería que Yamada pensase eso. Apretó los labios al formarse un nudo en su garganta, ver esas gruesas lágrimas caer por el hermoso rostro de Yamada le oprimía el corazón.

- ¡¿En qué me equivoco?! ¡Dime! – siguió con el tono elevado. Estaba comenzando a detestar a la persona que tenía enfrente y no quería, puesto que era la persona más importante para él, junto a él había vivido los mejores momentos de su vida y no quería que eso acabase así.

- Vale… puede que la primera parte de la historia sea así, pero… - no sabía qué decir. Sabía que Ryosuke tenía razón, lo había hecho mal. Pero tenía su motivo.

Yamada guardó silencio, se le estaba ocurriendo demasiados insultos como para decírselos a la cara. Tragó saliva a la vez que se secaba las lágrimas, al final había dejado que el mayor le viese el rostro.

- Pero no duramos más de un mes. – trató de comenzar la charla, se sentía culpable. Tenía la mirada gacha ya que no se atrevía a mirar al menor a la cara, no podía.

- ¿Y? Eso no soluciona nada. – habló más calmado, a pesar de que no quería escuchar lo que Arioka iba a decir escucharía hasta el final, aún sabiendo de que lo que oiría le haría daño.

- Sí, puede que no solucione nada. – tenía ganas de llorar, pero tenía que ser fuerte. No podía llorar delante de Yamada, no cuando la verdadera víctima era el otro y no él. No podía permitirse llorar delante de él, así que aguantaría.

Se hizo el silencio, Daiki no sabía cómo comenzar a relatar la historia. Yamada se estaba desesperando por la tardanza del mayor, ¿qué pasaba que no se atrevía a decírselo? ¿Había algo aún peor?

- Yo… estaba confundido. – comenzó el mayor apretando los puños recordando esa etapa. – Te echaba mucho de menos, tanto que me volví un antisocial. – prosiguió aún sin mirarle, no tenía el valor. – Yo necesitaba amor, cariño y no te tenía a ti. No salía de casa, no hablaba, ni reía… terminé por sumirme en una dolorosa depresión. – apretó los ojos y los labios tratando de retener las lágrimas y el nudo en la garganta.

Hubo un pequeño silencio en el cual Yamada recapacitaba todo lo que le estaba diciendo Arioka. Le había sorprendido el hecho de que se volviese un antisocial, eso parecía algo completamente imposible para Daiki.

- Entonces, él me dijo que me amaba y yo… - una solitaria lágrima cayó por su ojo derecho, una lágrima que no pudo retener. – Sé que lo hice mal, no tenía que haberle dicho que sí. Pero… te echaba tanto de menos que… - no pudo continuar ya que el menor le interrumpió.

- Que comenzaste a salir con otro, que muestra de amor. – habló irónicamente el menor con algo de dolor. No creía que el mayor lo hubiese pasado tan mal y le dolía escuchar esas palabras.

- Lo dejamos al poco tiempo porque yo no pude olvidarte. Sentía que estaba traicionándote a ti y a Tama-chan. – dijo mirando al suelo apretando los puños, recordaba ese tiempo perfectamente. Aún le dolía el corazón al recordar la horrible sensación de estar traicionando a la persona que más quería.

- Ya, claro. – no se creía las palabras de Arioka, más bien no quería creerlas. ¿Por qué tendría que hacerlo?

- ¡Entiende! ¡Solamente le dije que sí porque me sentía solo! – elevó el tono de voz ante la constante evasiva del menor. Por primera vez le miró a los ojos, notó que el menor los tenía rojos del llanto.

- ¡¿Qué quieres que entienda?! ¡Me has traicionado! – exclamó harto del victimismo que tenía el mayor, le hervía la sangre. Aquí la víctima era él no Arioka.

- ¡¿Yo?! ¡¿Y tú qué?! – reprendió con el tono elevado, no podía creer lo que estaba escuchando. Parecía que Ryosuke no se acordaba de un asunto importante.

- ¿Yo? – se extrañó de la pregunta que le había hecho el mayor.

- Sí tú. – hizo una pausa donde se secó las lágrimas que habían caído. – No tienes el derecho a recriminarme nada cuando tú ahora tienes pareja. – arremetió molesto. Puede que él lo hiciese mal, pero si él lo había hecho tan mal Yamada también.

- No es lo mismo. – respondió poco convencido de que lo que decía era cierto.

- ¿Por qué no es lo mismo? – se atrevió a preguntarle algo ceñudo, ¿cómo que no era lo mismo? ¡Era exactamente igual! O no, incluso peor, él había durado un mes con Tamamori, Yamada llevaba como más de cuatro meses con Yuto.

- ¡Por qué yo estuve esperando por ti! – volvió a elevar el tono de voz. Parecía que era la hora de explicar las cosas y así sería. Le parecía irónico que las cosas importantes con Daiki solamente se arreglasen así. Así se habían confesado y así estaban “arreglando” las cosas.

Daiki no dijo nada, simplemente abrió los ojos ante el asombro.

- Siempre, durante los dos años, siempre te esperé. Esperé lo incansable por ti, sin saber nada, si aún éramos pareja, sin darme el lujo de querer a nadie más. – las lágrimas volvieron a brotar involuntariamente pensando en los meses de soledad. – Estuve esos dos años queriéndote, sin importarme nada. Pero… cuando por fin decido iniciar una relación con Yuto… a la semana apareces en mi vida poniéndola patas arriba. – se limpió las lágrimas con rabia, no quería seguir sufriendo. – Y ahora… ahora me entero de que durante esos años que yo viví únicamente de esa promesa tú… - un sollozo le impidió continuar. Llevó sus manos al rostro tratando de que Arioka ya no le viese más en ese estado.

El mayor tragó saliva para desatar el nudo en la garganta. Escuchar ese tono lastimero en la voz de Yamada le dolía, le entraban ganas de llorar a él también. Imaginaba lo mal que lo había pasado Ryosuke con su partida, él también lo había pasado mal.

Daiki no sabía qué hacer, ni qué decir. Se acercó apresuradamente hacia el menor y le abrazó fuertemente, lo necesitaban, ambos. Ryosuke se resistió al principio, pero acabó cediendo rodeando la espalda del mayor, escondiendo la cabeza en el hombro contrario.

- No… no puedes irte de mi vida y luego volver. ¿Con qué derecho? – reprochó el menor aferrándose a esa espalda que tanto había querido.

Todo era tan confuso, las palabra salían de su garganta sin más, tenía tanto callado y guardado. Necesitaba soltarlo, quería ser libre de todos esos pensamientos y sentimientos que le habían atormentado esos dos años.

- Lo siento, realmente lo siento. – habló Daiki con los ojos aguados. Le dolía escuchar a Ryosuke, y más saber del daño que le había hecho, pero el marchar no había sido cosa que él decidiese, se vio obligado a hacerlo.

- Todos los días, pensaba en ti, en nada más que en ti. Deseando que pasasen los días para volver a verte y tenerte junto a mí. – se sinceró el mayor apretando el abrazo. Necesitaba sentirle cerca, la espera había sido dolorosa.

- Entonces, ¿por qué no volviste? – le preguntó Yamada más calmado, las lágrimas habían parado y el calor de Arioka había conseguido calmarle.

- Varias cosas sucedieron y… - no quería contárselo, por el bien de Ryosuke no debía saber el por qué de su partida. Era lo mejor, no quería añadirle más sufrimiento, ya había hecho bastante.

Yamada no dijo nada. Tenía mucha necesidad del por qué se había ido Daiki de su lado y por qué no había vuelto después de dos años. Quería saber qué había hecho durante esos dos años… quería saber lo todo, necesitaba saberlo.

- ¿Ya estás mejor? – preguntó el mayor separándose de él y mirándole fijamente a los ojos, seguían abrazados pero ya no estaban tan cerca como antes. El menor asintió con la cara empapada y Daiki subió las manos para secarle ambas mejillas.

Se miraron intensamente, transmitiéndose todo lo que en ese momento sentían. Daiki por un momento miró los labios de Yamada y la idea de besar de nuevo esos labios le pasó por la mente. Pero se contuvo, ya le había hecho suficiente daño. Se separó completamente sonriendo cálidamente.

- ¿Con esto queda todo resuelto no? – ensanchó la sonrisa sacándole otra minúscula al menor. Éste asintió y ensanchó la sonrisa, desde hacía tiempo necesitaban esa charla.

- Mejor. – dijo el mayor soltando una pequeña risa. Ambos rieron por la situación y se dispusieron a salir.

Temían que los mayores hubiesen escuchado todos sus gritos, pero sabían que ellos lo comprenderían. Tenían mucho guardado.



Después de ese acontecimiento las cosas se calmaron. Esa conversación le había dado mucho que pensar a Daiki. Llegando a la conclusión de no volver a intentar nada con Ryosuke, ya que solamente le traería sufrimiento, él no podía hacer feliz al menor. Siempre acababa metiendo la pata.

Era de noche, mediados de Julio. Daiki se encontraba en su habitación, los demás habían ido a la playa y seguramente que hasta un poco más tarde no volverían. Miró por la ventana (su cama estaba al lado) vislumbrando las siluetas que conformaban sus amigos. Sonrió al notar a Yamada hablando tranquilamente con Yabu.

Poco después todos llegaron, cansados, así que fueron directamente a la cama. Arioka aún no tenía sueño, así que cogió el álbum que el día anterior le había dado su abuela. En él estaban fotos de todos cuando eran pequeños, había llevado el álbum un verano que fue a casa de su abuela.

Salió de la habitación y bajó al piso de abajo al salón, recordaría viejos tiempos. Se sentó en el sofá y lo abrió, mirando cada foto al detalle. Sin perderse ni una, recordando en qué situación se había hecho cada una, sonriendo al acordarse gratos recuerdos.

Su vista se fijó en una que salía con Yamada, ambos eran casi unos adolescentes. Se abrazaban por los hombros, sonriendo radiantemente enseñando sus blancos dientes. Aún llevaban el pelo negro y en sus rostros había un aire de niñez e ingenuidad que nunca volvería. Celebraban el primer día que él entró en la secundaria. Sonrió nostálgico al recordar que en esos tiempos todo era felicidad que no había conflictos entre ellos, ni mucho menos por amor.

- ¿Qué ves? – preguntó una voz en su oído que consiguió sobresaltarle. Dio un saltito y se giró a mirar al intruso. Se sorprendió de encontrar ahí a Yamada, sonrió y le señaló la foto.

- ¿Te acuerdas? – sonrió ampliamente. El menor miró sorprendido la foto y se sentó a un lado de él en el sofá, demasiado cerca para el corazón de Daiki, sus rodillas se juntaban.

- ¡Por supuesto! ¿Cómo no me voy a acordar? – contestó entusiasmado admirando la foto. El mayor observó embobado la pequeña sonrisa de felicidad que asomaba por el rostro de su acompañante.

Continuaron viendo fotos. Había de todo tipo, de Daiki y su hermano mayor, con cada miembro del grupo, todos juntos, de los señores Arioka… La mayoría eran con Yamada, en todas salían sonriendo enérgicamente.

- Ay que ver cómo pasa el tiempo… - expresó nostálgico el menor dejándose caer sobre el cómodo respaldo del sofá. Arioka miró la expresión de su acompañante y sonrió levemente.

- Quién nos iba a decir a nosotros que pasaríamos por todo esto. – analizó Daiki.

Yamada dirigió su mirada al rostro del mayor, se miraron intensamente. Ambos seguramente estaban pensando en lo mismo, en los últimos acontecimientos. Y ciertamente cuando eran pequeños nunca hubiesen imaginado nada parecido. Yamada miró los grandes labios de Arioka, sentía un irrefrenable impulso por besarle e involuntariamente se fue acercando hacia el mayor.

Éste abrió los ojos sorprendido mas no se volvió ni un centímetro, él también deseaba que eso pasase y si Yamada era el que hacía el acercamiento no se negaría. Estaban muy cerca, se mezclaban las respiraciones, fueron entrecerrando los ojos… hasta que el beso por fin se dio.


*Fin del cap.16*



¡Espero que os haya gustado! >_<
Como dije me gustan los finales abiertos en los caps, como le me da pie a comenzar el siguiente capítulo xDD
¡Mimi-chan destaa~! 

jueves, 26 de diciembre de 2013

Another christmas. [One-shot]

¡Buenas! Soy como los Johnny's, cuando no aparezco durante algún tiempo es porque estoy trabajando en algo nuevo xD. Aunque no es en la fecha exacta de Navidad, aún reina el ambiente navideño por todas partes.

Aquí dejo una historia que me ha llevado más de lo previsto, aunque yo no soy mucho de hacer especiales... pero esta vez me di a la aventura. Para este one-shot no hice imagen, puesto que si me pongo a hacerla se retrasaría más y no tendría cuenta publicarlo.

¡Espero que os guste! *w*

¡Y FELICES FIESTAS A TODOS!



Another christmas.


Parejas: Takachii, Hikato, Yamajima, Inoodai, Yabutaro.
Extensión: One-shot.
Género: Shounen-ai.
Nota: Esta historia no sabría cómo calificarla, puesto que es como una recopilación de drabbles, o eso me parece a mí, pero como es una historia en común pensé en ponerlo en one-shot...
Autora:  Mimi-chan.









*Capítulo único.*



La puerta de la casa de Yabu sonaba por tercera vez desde que había empezado la tarde. Se apresuró a abrirles la puerta a sus invitados. Chinen y Arioka entraron sonrientes y ambos con un regalo entre las manos. Pasaron al salón con Yabu detrás de ellos y depositaron los regalos debajo del árbol que había puesto el líder.

- Ya veo que la mayoría ha llegado. – dijo sonriente Daiki mirando a los demás que estaban sentados en el gran sofá que Kota tenía.

- Pues claro, llegáis tarde. – reprendió Hikaru con el ceño algo fruncido, pero con un toque de diversión en su voz. Los otros sonrieron a la vez que elevaban los hombros en un gesto ambiguo.

- Dai-chan se retrasó. – acusó Chinen sentándose en uno de los sillones. El mencionado abrió la boca desmesuradamente.

- Creo que estás equivocado, fuiste tú el que se durmió. – contradijo el mayor acusándole con el dedo índice. El castaño desvió la mirada afirmando las palabras recién dichas.

- Resumiendo, que los dos habéis llegado tarde. – añadió Yabu entrando al salón con una bandeja de galletas y chocolate caliente. Los invitados miraron asombrados las cuantiosas galletas.

- ¿Las has hecho tú? – preguntó sorprendido Takaki mirando las galletas con diferentes formas navideñas; abetos, muñecos de nieve, estrellas fugaces, bolas del árbol y muchas otras.

- Sí, mi hermana me enseñó la receta. – depositó la bandeja en la mesa que había en el centro y los demás miraron detalladamente cada galleta. Kota fue sacando las tazas de la bandeja para depositarlas delante de cada miembro.

- ¿Son comestibles? – añadió Nakajima examinando muy de cerca las galletas. Algunos rieron ante la ocurrencia del moreno. Yabu arrugó un poco el ceño.

- Pues claro, baka. – respondió algo ofendido el líder.

La puerta volvió a sonar sobresaltando al dueño de la casa que se apresuró a abrir. Sus demás invitados estaban llegando. Sonrió cuando abrió la puerta y se encontró a los tres restantes; Inoo, Yamada y Okamoto, y les invitó a pasar. Éstos entraron descalzándose en la entrada y depositando los regalos que cada uno traía debajo del árbol.

- Hola. – saludaron los tres recién llegados. Los que allí estaban devolvieron el saludo y comenzaron una animada charla.

Pronto llegó Yabu con más tazas humeantes con delicioso chocolate caliente dentro. Se pusieron a degustar las galletas acompañadas del chocolate, charlando animadamente y riendo fuertemente.

- Te han salido muy bien, Yabu-chan. – elogió Yamada sonriente. Él entendía bastante sobre cocina y tenía que reconocer que esas galletitas sabían realmente deliciosas.

El mencionado sonrió ampliamente al saber que a sus amigos les gustaba las galletas que se había pasado haciendo toda la tarde, después de tres intentos fallidos al fin le había gustado como habían salido.

La puerta sorprendentemente volvió a sonar sorprendiendo a todos menos al dueño de la casa que esperaba esa visita, la que más esperaba a decir verdad. Los demás se miraron entre ellos extrañados, esperando al líder que había ido a abrir la puerta. Pronto apareció Yabu sonriendo enormemente y con él otra persona que no esperaban ver.

- ¡Ryutaro! – exclamó sorprendido Okamoto al ver al menor ahí, delante de ellos con algo de timidez.

Los demás abrieron los ojos y las bocas desmesuradamente, era una grata sorpresa verle después de tanto tiempo. De vez en cuando mantenían el contacto pero hacía tiempo que no se veían a no ser que Shintaro les enseñase una foto de él o algo parecido. Cada uno se fue levantando y saludando al pequeño que sonreía levemente, tenía ganas de verles y desde hacía mucho tiempo, pero tenía miedo a importunar el trabajo de ellos.

- Vaya… qué sorpresa. – expresó Nakajima una vez que todos estuvieron sentados de nuevo alrededor de la mesa. Morimoto sonrió al ver el rostro feliz y sorprendido en el resto del grupo.

- Sí, no me esperaba que vinieses. – apoyó Inoo aún perplejo de tener al miembro inactivo delante de él. Estaba un poco más alto y las facciones eran algo más maduras, hacía como dos años que no le veía… mucho tiempo.

- Yo tampoco. – relató Ryutaro. – Pero Yabu-kun me invitó a la reunión y no me pude negar, hacía tiempo que quería veros. – sonrió ampliamente. Los demás sonrieron también, la voz también le había cambiado, aunque un poco.

- Menos mal que has podido venir. – continuó Yabu y después le dio un sorbo al chocolate que le calentó la garganta.

- No tenía nada que hacer y me hacía ilusión veros. – contestó elevando los hombros. Aunque realmente ya había quedado con sus amigos, pero nada más enterarse de la reunión que tendría JUMP quiso acudir.

- Bueno cuéntanos, ¿qué has estado haciendo? – curioso como siempre preguntó Daiki. Ahora el tema principal era Ryutaro, nunca estaba de más interesarse por la vida de la gente a la que no veías desde hacía tiempo.

- Estudiando, mis padres no me dan tregua. – respondió cansado. Sus padres desde el incidente habían estado encima de él constantemente, había traicionado su confianza y eso lo estaba pagando ahora.

Los demás sonrieron divertidos por el comentario del menor, gracias a Dios seguía teniendo la misma personalidad que antaño.

- Bueno hombre, como cualquier padre. – trató de restarle importancia al asunto Takaki. Intuía que sus padres ahora le habían quitado un poco la libertad que antes tenía.

Siguieron charlando interesándose por lo que había hecho Morimoto ese tiempo. Y éste les devolvía las preguntas de vez en cuando, aunque lo que ellos habían estado haciendo él lo sabía bastante bien puesto que con cada cosa nueva había anuncios y así era fácil.

- ¡Bueno, hora de los regalos! – exclamó entusiasmado Daiki levantándose y dirigiéndose debajo del árbol.

Fue repartiendo los regalos ya que éstos traían el nombre de cada uno, como el año anterior habían hecho el amigo invisible ya que realmente era divertido. Pasaron la tarde entre risas y sorprendiéndose de los diferentes tipos de regalos que había. Lentamente la noche se fue poniendo y las horas pasaron entre diversión. Llegó la hora de marcharse, se despidieron con pesar.



Takaki y Chinen se fueron por el mismo lugar.

- Qué sorpresa encontrarse a Ryutaro-kun. – comentó Chinen mirando al frente contento, hacía tiempo que quería saber de él. Takaki asintió a las palabras sonriendo también.

- Ha sido muy divertido. – elogió el mayor ensanchando la sonrisa. Chinen miró esa hermosa sonrisa que solamente ponía en determinadas ocasiones, sonrió él también.

- Sí. ¿Qué mejor forma de pasar las navidades con las personas que más aprecias? – sentenció el castaño acercándose al mayor y cogiéndole del brazo, apoyando la cabeza en éste.

- Sin duda, no hay mejor forma. – respondió el mayor manteniendo la sonrisa. Miró al menor que estaba algo sonrojado, normalmente él no solía hacer ese tipo de acercamientos.

- No me imaginaba el regalo que me haría Hikaru. – Yuri soltó una pequeña risita al decir eso, su acompañante rió también. Solamente Yaotome podía regalar una sudadera con Sabonen (el personaje que Hikaru creó sobre Chinen)

- Propio de Hikaru-kun. – añadió Takaki sonriente. Ese año el amigo invisible había estado muy divertido.

- Ya son seis años… cómo pasa el tiempo ¿no? – continuó hablando el menor disfrutando ese momento a solas con su pareja. Era navidad, y en Japón era un día para las parejas más que familiar.

- Sí. – apoyó Yuya mirando al frente recordando los buenos y malos momentos, las dietas que había hecho durante todo ese tiempo, era irremediable le encantaba comer.

- Seis años en los que nos conocemos. ¿Te acuerdas que fue en Navidad cuando te confesaste? – recordó el menor mientras ambos caminaban lentamente. Por suerte era un camino poco concurrido y se permitían ser románticos.

- Por supuesto, hoy hace dos años de eso. – explicó el mayor recordando perfectamente ese día. Siempre le había llamado la atención Chinen, pero era muy pequeño para él así que esperó los años suficientes para después confesarse. Y menos mal que lo hizo él, porque si tenía que esperar a que lo hiciese el menor…

- Hoy, es nuestro aniversario. –

Chinen cesó el andar obligando al moreno a ello también. Se miraron de frente e intensamente, transmitiéndose cuánto amor se tenían. Chinen sonrió, se aceró a él y elevó el rostro por la diferencia de alturas. Yuya le devolvió la sonrisa y se inclinó para besarle suavemente y con ternura. Esos dos años juntos habían sido los mejores de su vida.

- Te quiero. – expresó algo tímido el menor cuando el beso se rompió. Takaki le acarició despacio una mejilla y sonrió con cariño.

- Y yo a ti. – correspondió dándole otro pequeño beso con ternura.






Hikaru y Keito también fueron por un mismo lado, vivían algo alejados pero el mayor se había ofrecido a dejarle en casa.

- No tienes por qué hacerlo. – repitió el menor algo tímido. Aún no estaba acostumbrado a quedar a solas con el mayor.

- Quiero hacerlo. – contradijo el mayor con las manos en los bolsillos de su pantalón mirando al cielo sonriente. Esa navidad había sido muy especial, se habían reencontrado con el miembro más pequeño de todos.

El otro no contestó y simplemente suspiró derrotado, no podría hacer nada contra la cabezonería del castaño. Miró sus pies algo incómodo, ya se acercaban a su casa, solamente le quedaba unos minutos para disfrutar de la compañía del mayor en ese día tan especial.

- Lo he pasado realmente bien. – expresó Okamoto sin mirar al mayor, éste dirigió su mirada al cuerpo de su lado y sonrió contento.

- Yo también. – dijo feliz. Le alegraba que por un día hubiesen estado todos juntos de nuevo, necesitaban una tarde así.

Llegaron a la puerta del edificio donde Okamoto tenía su apartamento, el menor no quería despedirse aún, quería pasar más tiempo con el mayor. Pero tampoco quería importunarle, seguramente que querría pasar la Navidad con su familia.

Se pusieron uno en frente del otro, sabiendo que llegaba la despedida, Yaotome apretó los labios y después le dio una pequeña sonrisa. Sabía que el menor estaría algo triste.

- Feliz Navidad, Keito. – felicitó el mayor acercándose hacia él y cogiéndole suavemente de la cadera, acercándole a su cuerpo. Se miraron intensamente y el menor se ruborizó, sí, tenía que empezar a acostumbrarse a lo “expresivo” que era Hikaru.

- Mira, muérdago. – exclamó el mayor dirigiendo su mirada hacia arriba.

Keito iba a mirar si dicha hierba estaba ahí cuando el mayor le depositó un cálido beso, que le puso la mente en blanco. Correspondió después de recuperarse de la sorpresa durando el beso varios minutos. Se separaron y Yaotome colocó en sus labios su característica sonrisa.

El menor dirigió su mirada hacia arriba para comprobar si había muérdago y se sorprendió al ver que le había mentido.

- Mentiroso, no había muérdago. – habló con sus manos apoyadas en el pecho del mayor y mirándole con el ceño fruncido pero con una sonrisa en los labios.

- Necesitaba una escusa para besarte. – se sinceró sonrojando al menor que desvió la mirada algo incómodo por la revelación.

- Sabes que no necesitas escusas para hacerlo. – murmuró creyendo que Hikaru no le oiría, pero no fue así, le escuchó perfectamente sacándole una sonrisa divertida.

- Lo sé. – respondió.

Se aproximó de nuevo depositándole un suave y delicado beso, lleno de amor y calidez. Les había costado dar el paso, pero por fin eran sinceros con ellos mismos. Otro año que pasaban juntos, la primera navidad que tenían la suerte de pasar unidos.






Nakajima comentaba contento esa tarde a un contento Yamada que le miraba sonriente. Le encantaba ver al menor hablar alegre.

- ¿Lo has pasado bien, Yama-chan? – sacó del ensoñación que tenía el mayor admirando ese bello rostro que tenía el menor.

- Por supuesto. – respondió ensanchando la sonrisa. Yuto sonrió también alegre y en un arrebato de felicidad unió su mano con la del bajo. El mayor abrió los ojos sorprendido por el acercamiento pero sonrió con amor, le encantaba esos detalles que tenía el moreno.

- Yo también, las mejores navidades. – expresó completamente convencido de ello. Ryosuke arrugó el ceño levemente, ¿y las navidades que ellos habían pasado solos? ¿No contaban?

- ¿Y las del año pasado? – preguntó mientras caminaban levemente. Las temperaturas parecían que habían subido cosa que él agradecía.

El más alto se giró a mirar a su novio y examinó detalladamente su rostro, esa era una típica pregunta con doble respuesta. De esas preguntas que tenías que dar la respuesta correcta o estabas perdido.

- Aún mejores. – supuso que eso era lo que quería escuchar el mayor y lo confirmó al ver como éste sonreía aliviado de oír esas palabras. Él sonrió también, Yamada siempre estaba pendiente esos pequeños detalles que hacen vivaces las relaciones.

Caminaron charlando tranquilamente y cogidos de la mano. Un poco de tiempo que tenían para ellos dos y se agradecía, pues tenían mucho trabajo últimamente. Llegaron a un parque solitario en la noche, vivo por el día. Se sentaron en un banco cercano pero apartado, resguardados de las miradas de los pocos transeúntes que pasaban.

- ¿Seguro que estas no han sido tus mejores navidades? – retomó la pregunta anterior sacando una sonrisa divertida en los labios de su acompañante. Yamada odiaba ser pesado, pero quería estar seguro.

- Pues claro. No hay hay mejor Navidad que en la que me entregaste tu cuerpo. – sentenció sacándole los colores al mayor que se alarmó de lo que escuchó.

Le pegó un pequeño golpe en el brazo ante la sorpresa de ese comentario, solamente a Yuto se le ocurrían ese tipo de oraciones. Se tapó la boca tratando de controlar el latido de su corazón que estaba desbocado.

- Baka… - susurró aún sonrojado y apartando la mirada de su novio. La vergüenza era mucha para enfrentarse a ese sonriente rostro que le robaba los suspiros.

Yuto al ver esa faceta tan tierna del mayor, que pocas veces ponía pues no le gustaba ser tierno o no lo quería ser, se acercó rápidamente depositándole un suave beso en los labios. Yamada correspondió tan pronto como se dio cuenta, le acarició una de las mejillas cálidamente. Se separaron y el menor apoyó su frente en la del castaño.

- Gracias por estar otro año en mi vida, Yama-chan. – finalizó con una sonrisa y mirándole intensamente. El mayor sonrió con amor y siguió acariciándole la mejilla.

- Gracias a ti por mejorar la mía. – susurró y unió de nuevo sus labios con los del menor.

Otra navidad que pasaban junto a la persona que querían, otra navidad que era perfecta.






- ¡Inoo-chan, bájame ya! – gritó el menor dando golpes en los hombros del mencionado. Éste le ignoró y simplemente siguió cargándole en la espalda.

- Ha sido un tropiezo, no tienes que exagerar las cosas. – trató de tranquilizar al mayor que seguía por la labor de llevarle a su casa en la espalda simplemente porque tropezó y se había hecho un poco de daño en el tobillo.

- Nunca hay que dar nada por supuesto. – se negó Inoo.

Daiki suspiró derrotado y dejó caer la barbilla en el hombro que antes había golpeado. Cuando Kei se ponía sobreprotector no podía hacer nada, aunque tenía que reconocer que le gustaba esa faceta que tomaba, porque sabía que era solamente con él.

- Mira que eres cabezota. – reprendió el menor mirando el camino que aún les quedaba por delante. Kei sonrió contento, parecía que esta batalla la había ganado y eso pocas veces se daba.

- Pero aún así me quieres. – añadió. Sabía que eso sacaría los colores del menor y así fue, miró por el rabillo del ojo la expresión y comprobó un enorme sonrojo en las adorables mejillas del castaño.

- Nunca hay que dar nada por supuesto. – devolvió las palabras que instantes antes le había dicho. Le sacó la lengua infantilmente y el otro simplemente sonrió divertido.

Estuvieron un rato en silencio, había veces que no hacían falta las palabras, simplemente disfrutar de la grata compañía de un ser querido.

- ¿Crees que será una blanca Navidad, Inoo-chan? – preguntó Daiki mirando al cielo sin apartar la barbilla del hombro de su acompañante.

- Supongo que sí. – respondió él mirando al cielo también. A pesar de estar oscuro, se podía apreciar las nubes unidas formando un manto claro impidiendo ver las estrellas.

- Me encanta cuando nieva en Navidad. – continuó el menor sonriendo con añoranza sus momentos de la infancia. Recordando las tardes de Navidad en las que jugaba con su hermano mayor a la nieve.

Inoo simplemente no dijo nada. Sabía que a Daiki le gustaban las Navidades típicas, esas donde pones un enorme árbol y toda la familia se reúne en torno a una mesa con un gran pavo calentados por el fuego de una chimenea.

El pianista sintió como el menor iba relajando la respiración, signo de que se estaba quedando dormido. Sonrió, algo normal y típico en su adorable novio. Le miró de reojo y efectivamente el menor daba pequeñas cabezadas.

- No me faltes nunca, Inoo-chan. – susurró antes de quedarse completamente dormido, recargando la cabeza al completo en el hombro.

El otro se sorprendió, pocas veces Arioka decía esas cosas, no eran de su estilo. Sonrió dichoso de poder escuchar esas palabras y se aseguraría de recordárselas al castaño al día siguiente. Un copo de nieve cayó delante de sus ojos sorprendiéndole, miró al cielo y amplió la sonrisa. Al final sería una blanca Navidad y el menor se había quedado dormido.

- Te quiero, Dai-chan. – susurró.

Esa era una digna Navidad para recordar.






Yabu sonrió al ver que el menor estaba alto tímido ente su presencia. Ryutaro aún no quería marcharse de su casa.

- Toma. – extendió el brazo pasándole el regalo que le había conseguido hacía una semana. El moreno no había recibido regalo puesto que no había jugado el amigo invisible, pero él se encargaría de que lo tuviese.

- ¿Qué es esto? – preguntó cogiendo el regalo notando que era blando. Miró al mayor sorprendido, éste simplemente ensanchó la sonrisa al ver la cara de perplejidad que portaba Morimoto.

- Ábrelo. – ordenó el mayor, aunque no hacía falta ser muy inteligente para saber de qué se trataba.

El menor obedeció y lo abrió, encontrándose una bufanda de color azul marino. Elevó de nuevo la mirada fijándola en el mayor que mantenía la sonrisa, él simplemente no se lo creía.

- Está hecha a mano, me costó bastante aprender a hacer el punto pero creo que ha quedado bien ¿no? – preguntó algo incómodo. Aún no estaba satisfecho de su trabajo, pero sabía que al menor le gustaría.

- Muchísimas gracias, Yabu. – en sus ojos negros un brillo ilusionado se acentuó. Se acercó y le abrazó, ambos estaban sentados en el sofá. El líder siempre tenía ese tipo de detalles hacia él.

- Ah, pero yo no tengo nada para ti. – exclamó separándose y mirando al mayor algo incómodo. Él no había preparado nada ya que no sabía que le iban a regalar algo.

- No pasa nada, simplemente con que estés aquí es un regalo. – sentenció ruborizando levemente al moreno que desvió la mirada.

- Nada de eso. – habló pasando sus manos por alrededor de su cuello, desabrochando el collar que traía y poniéndolo en el cuello del mayor. – Para ti. – sonrió contento. No eran regalos comparables, pero por lo menos le había dado algo.

- Pero Ryutaro… - se negó el mayor cogiendo el collar mirándolo. Era un rombo con las iniciales del menor grabadas en el centro. Ese collar debía tener valor sentimental.

- Feliz Navidad, Yabu. – felicitó el menor acercándose al mencionando y depositando un tímido beso en los labios.

El mayor correspondió dulcemente disfrutando el beso, transmitiéndole todo el amor que le tenía guardado desde hacía mucho tiempo.



Otra navidad que pasaba y estaban todos juntos. Y esperaban que fuesen muchas navidades y cada vez mejores.



*Fin del one-shot.*


¿Cómo quedó? ¿Os gustó? ¡Espero que sí! >_<
¡Mimi-chan destaa~!

jueves, 19 de diciembre de 2013

Only you. [Capítulo 15]

¿Quién pedía continuación rápida? xDD Pues aquí la tenéis! >_<
Además, al anunciarse un nuevo single para JUMP mi animo subió así que... me puse a escribir como una loca xDD

¡Aquí tenéis la continuación! ¡Espero que os guste! ^-^

Parejas: Ariyama, yamajima, yabuhika, takanoo, chiitaro.

Capítulo 15







Yuto fue entrecerrando los ojos a la vez que se acercaba al rostro de Okamoto quien no cabía del asombro. Él deseaba tanto ser besado por Nakajima, aunque… pensándolo bien. Yuto no estaba enamorado de él, ese sería un beso sin sentimiento.

- ¿Yuto? – habló Okamoto tratando de que el menor entrase en razones. No podía besarle sabiendo que estaba enamorado de Yamada. El mencionado abrió los ojos sorprendido, dándose cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Soltó rápidamente al mayor y se dejó caer en la arena, sentándose.

- ¿Estás bien? – preguntó Keito. No quería que este acontecimiento afectase a la amistad que tenían. El otro subió la mirada y la fijó en su acompañante, preguntándose qué estaba a punto de hacer.

- Sí. – escuetamente respondió. No tenía ánimos para más palabras, quería estar solo y pensar las cosas con calma. Pues ahora mismo no tenía nada claro, no sabía por qué de repente había tenido el impulso de besar a Okamoto.

- Chicos, ¿estáis bien? – preguntó Yabu acercándose hacia ellos que estaba tirados en la arena y en silencio. Keito le miró y sonrió despreocupadamente.

- No, Yuto ha conseguido mojarme. – se levantó y pasó la mano por su pecho para quitar la arena que se le había pegado a causa del abrazo. Nakajima no contestó, seguía pensativo, tenía que poner orden en su mente.

- Yuto, ¿vamos? – sacó de sus pensamientos el líder. El mencionado subió la mirada y la fijó en el mayor. Asintió y sonrió con una mueca aún confusa en su rostro, cosa que Kota notó. – ¿Pasa algo? – se atrevió a preguntar al menor. Éste simplemente negó y los tres caminaron hacia las toallas donde estaba el resto.



La tarde concluyó sin más sobresaltos, había sido un día espectacular, pero ya los estómagos de casi todos rugían por comida. Así que se apresuraron a entrar en casa y preparar la cena, el día había pasado muy rápido para todos.

Todos se fueron a duchar ya que después de la playa, una ducha era el mejor calmante.

- ¿Qué tal la playa? – preguntó Daiki a los mayores que entraron por la habitación para dirigirse hacia el baño particular. El más pequeño estaba tumbado sobre su cama escuchando música.

- Muy bien y te lo has perdido por vago. – recriminó Inoo mirándole con el ceño levemente fruncido. El menor desvió la mirada incómodo. Él quería ir, pero no podía.

- Ya déjalo, Inoo-chan. Estaba cansado. – defendió Kota. No quería malos royos en el grupo, no ahora que estaban todos y tenían a Daiki con ellos. El moreno bufó molesto a causa de la “riña” que había recibido.

- Mejor os espero abajo. – informó Daiki algo cabizbajo. Salió de la habitación en completo silencio bajo la mirada de los cuatro que allí quedaban.

- ¿Ves? Ya le has hecho sentir mal. – ahora era el turno de Hikaru para reñirle. Inoo desvió la mirada incómodo, no era su intención hacer sentir mal a Arioka, más bien quería hacerlo un tipo de broma.

- Anda, vamos a ducharnos. – Takaki trató de quitar ese ambiente pesado. Los otros tres asintieron.



Daiki se dejó caer sobre el sofá más grande. Él realmente quería pasar tiempo con ellos, pero no podía, lugares como la playa o los días de mucho calor no podía salir. Lo tenía prohibido, aunque él se muriese de ganas no podía estar al aire libre. Las palabras de Inoo le habían hecho pensar. ¿Qué hacía ahí si no podría hacer la mayoría de las actividades? ¿Por qué no mejor había optado por volver en invierno? Bueno, técnicamente había vuelto en invierno, pero la visita se había alargado demasiado. Por eso no quería venir a la casa, porque no podría hacer la mayoría de las cosas. Nada de playa, ni de piscina, ni de un día en el parque… con lo que a él le encantaba el verano…

- ¿Dai-chan? – preguntó preocupado Yamada. Él mismo se había sorprendido cuando había bajado de ducharse para hacer la cena y encontrarse ahí al mayor. Tenía pensado no decirle nada para no pasar tiempo con él, pero el semblante triste y atormentado del mayor le hizo preocuparse.

- Ah, Yamada. – saludó poniendo en su rostro su habitual sonrisa. El menor arrugó el ceño examinando la cara de Arioka, no se creía esa sonrisa.

- ¿Ha pasado algo? – el menor se acercó hacia el sofá (ya que estaba donde las escaleras) con la intención de sentarse, pero optó por guardar cierta distancia con el mayor. Por mucho que le preocupase el estado de Daiki tendría que controlarse.

- ¿A mí? – respondió con otra pregunta, el menor asintió aún examinándole. – No, nada. ¿Por qué lo preguntas? – devolvió la pregunta manteniendo sonrisa. Yamada se dio por vencido, parecía que el otro no tenía pensado decirle nada. Y él no insistiría más.

- Simplemente me pareció que estabas pensativo. – respondió dándose la vuelta para dirigirse a la cocina y preparar la cena. Daiki le siguió con la mirada y sonrió, tenía que dejar de pensar esas cosas, no quería que los demás se preocupasen por su estado.

Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina para saber qué iba a preparar Yamada. El menor tenía muy buena mano para la cocina, cualquier cosa que tuviese receta él podía hacerlo.

- ¿Qué tienes pensado hacer? – preguntó sonriente cuando entró a la cocina sorprendiendo al menor que se giró para mirarle. Yamada suspiró resignado, tenía que contestarle, no podía hacerle el feo de no hablarle.

Estuvieron hablando tranquilamente hasta que el resto fue llegando y fueron poniendo la mesa. Yamada suspiró aliviado cuando ya no sintió la cercanía del mayor, se había propuesto tener el contacto mínimo con Arioka y así sería.

Cenaron en tranquilidad, pero Daiki estaba algo extraño. Inoo temía que fuese por el comentario que había hecho y se sentía culpable. No sabía que eso fuese a afectar al menor de tal forma, él no había dicho sin reproche. Tenía que disculparse, no quería que el menor se atormentase por ese comentario.

Yuto seguía pensativo, meditando lo que estuvo a punto de hacer con Keito. ¿Qué le pasaba? Era Keito, su mejor amigo, en quien más podía confiar… ¿por qué había tenido ese impulso? Porque, claramente, había sido intencionado. Pensó en no darle más vueltas al tema y dejar las cosas como si nada hubiese pasado, además, Keito parecía no haberse dado cuenta de su acercamiento y así era mejor. Ignoraría ese episodio puntual, él ya tenía una pareja a la que prestarle atención.



Un mes entero pasó, donde hicieron actividades en grupo o por separado. Como ir a hacer la compra de la semana en la que solamente fueron Takaki y Yamada. Luego Daiki visitaba dos veces a la semana a su abuela. Yabu se había aventurado a ir a la biblioteca, acompañado de Inoo y Ryutaro. Hikaru, Keito y Yuto habían ido al centro comercial en busca de videojuegos. Y Chinen optó por quedarse a dormir las tardes que los demás marchaban. El verano estaba llegando a la mitad rápidamente. Daiki había tenido cuidado con el sol y había ido a la mayoría de sitios que habían propuesto.

Era por la mañana y habían optado por ir nuevamente a la playa, Daiki decidió que iría. Era la primera vez que iban en esa semana y se lo podía permitir. Prepararon sombrillas, toallas, cremas y demás y se encaminaron para pasar allí todo el día. Se sorprendieron de que ese día habría gente, normalmente solían estar ellos diez y alguna familia.

Se asentaron en el habitual lugar. Algunos se metieron al agua de frente y otros optaron por ir más tarde. Los que quedaron en la toalla sacaron una baraja de cartas y pasaron así la mañana. Intercambiando turnos para ir al agua.

Sin darse cuenta llegó la tarde, ya había comido el delicioso aperitivo que Yamada y Takaki habían hecho. Estaban todos tumbados tomando el sol que comenzaba a calentar bastante debido a que no había ni una sola nube que tapase sus rayos.

- ¿Dai-chan? – el mencionado se levantó sorprendiéndose de escuchar esa voz en un lugar como ese. Se irguió quedando de pie, mirando sorprendido al intruso. Los otros nueve miraron al recién llegado.

- ¡Qué coincidencia encontrarte aquí! – exclamó sorprendido el moreno alto. Daiki asintió aún asombrado de encontrarle ahí, se acercó a saludarle y sonreírle radiantemente. El alto hizo lo mismo.

- ¡Lo mismo digo! No sabía que veraneabas aquí. – respondió con el mismo ímpetu. El moreno levantó los hombros despreocupado.

- Solamente he venido este verano y he venido con unos amigos. – señaló a un grupo de chicos que estaban cerca de ellos. El resto seguía mirando interrogantes al intruso que parecía ser bastante cercano a Daiki.

- ¿No nos vas a presentar? – se atrevió a decir Chinen. Daiki miró al bajo y asintió, se le había olvidado que ellos estaban ahí. Ya que no se esperaba encontrárselo ahí, en la playa y eso le había hecho mucha ilusión.

- Claro. – hizo una pausa en la que señaló al nuevo. – Chicos, este es Tamamori Yuta, fue mi compañero en la secundaria alta. Un gran amigo. – le sonrió al mencionado y recibió la misma sonrisa.

- Y Tama-chan, estos son mis amigos. Luego te los presento que son muchos. – dijo divertido. Yuto miró a todos y cada uno de ellos sonriente e inclinó levemente la cabeza en forma de saludo. Los otros hicieron lo mismo.

- ¿Has venido con Taipi y Miyacchi? – preguntó interesando Arioka. El moreno asintió efusivamente y señaló nuevamente al grupo con el que había venido.

- Chicos, voy a ir a saludarles. Ahora vengo. – informó para caminar hacia el otro grupo de chicos que era bastante grande también. Los nueve asintieron y volvieron a su posición original.

Yamada comenzó a pensar mientras escuchaba música tumbado boca abajo en la toalla. Ese Tamamori… conocía una parte de Daiki que él desconocía, era su amigo o mejor dicho, su gran amigo. Compartieron un pasado que él no sabía, cosa que le intrigaba.

Al rato Daiki volvió y Yuta volvió con él, cosa que extrañó a los demás pues creían que se iba a quedar con su grupo de amigos.

- Se va a quedar esta tarde con nosotros, ¿os molesta? – preguntó algo dudoso, no sabía si ellos estarían de acuerdos, pues no le conocían de nada.

- No, no. – se apresuró a contestar Takaki. Sonrió aliviando la pesadumbre de Daiki y la incomodidad de Tamamori. Yamada arrugó el ceño, ¿por qué tenía que pasar ese tal Tamamori una tarde con ellos? No le conocía de nada, ¿qué hacía él con ellos?

Recogieron las toallas y se encaminaron a la casa de Takaki, con Yuta detrás. Daiki no paraba de hablar y sonreír para su amigo de la adolescencia. Entraron y Yuta se sentía algo incómodo, pues ese no era su grupo y sentía que estaba molestando. Pero no había tenido más opción, sus amigos se habían marchado y el tren no pasaba hasta tres horas más tarde.

- Vaya… sí que es grande. – elogió Yuta mirando todo el alrededor de la sala principal, ya que era lo primero que había nada más entrar.

Una enorme sala con tres sofás en forma de U rodeando a una pequeña mesa de té y, en frente de esta pegada a la pared, una enorme televisión. Esa sala daba a la espaciosa cocina, que era americana (con una isla en medio) y a la terraza. Al fondo había unas escaleras que daba al piso de arriba.

- Los padres de Takaki tienen algo de dinero. – explicó Daiki sonriente. Esa reacción seguramente que era la que habían tenido ellos cuando habían llegado la primera vez.

- ¿Algo? – comentó irónico el moreno mayor. Los demás sonrieron ante el comentario y Daiki rió. Yamada examinaba de cerca cada movimiento del “nuevo”, aunque no sabía por qué le generaba tanta desconfianza si era un buen amigo de Daiki.

Cenaron tranquilos y en armonía, con sus típicas bromas y su diversión siempre presente. Tamamori se quedó sorprendido por la confianza que había entre ellos. Vio comportarse a Daiki de una forma que nunca había visto, infantil y malhumorado. También facetas que pocas veces había visto, ahí, con ese grupo Arioka las sacaba siempre. Estaba feliz de que su gran amigo contase con tan gratas personas a su lado.

- Tamamori-kun, todavía no nos has contado. ¿Cómo os conocisteis Dai-chan y tú? – preguntó intrigado Hikaru. Estaban todos desperdigados por los sofás, Yuta se había sentado al lado de Arioka, se sentía mejor estando a su lado, ya que con los demás no había la suficiente confianza.

- Bueno… esa es una historia muy larga. – comentó divertido. Miró a Daiki y le ensanchó la sonrisa, éste simplemente desvió la mirada algo incómodo. No quería que el mayor dijese nada, pero sabía que lo acabaría haciendo.

- Resúmenosla entonces. – se apresuró a contestar Yamada. Le tenía intrigado la historia de ellos dos, ya que Tamamori sabía una etapa de Arioka que él desconocía y quería saberlo todo. Todo lo que Daiki había estado haciendo esos años que no estuvieron juntos.

- Yo me declaré a Dai-chan. – espetó sonriente. El resto abrió los ojos sorprendidos, se esperaban cualquier cosa; un tropiezo, una riña, por amigos en común… pero ¿una declaración? Sencillamente no había pasado por la mente de ninguno. Yamada abrió los ojos soberanamente, ¿Tamamori era un ex de Daiki?

- Eso quiere decir que… - hiló Takaki sorprendido como los demás. Daiki seguía mirando hacia otra parte, ahora algo avergonzado. No quería hablar de esas cosas con sus amigos, aunque lo más vergonzoso era que Yuta revelase esas cosas delante de Ryosuke.

- No, no. – todos prestaban atención a cada una de las palabras que su invitado decía. – Me rechazó, su frase fue “ya tengo a alguien que es el dueño de mi corazón y eso no cambiará nunca.” – cito textualmente las palabras que Daiki le había dicho hacía casi dos años.

Arioka se sonrojó aún más, esperaba que los demás no llegasen a la conclusión de quien estaba hablando con eso de “dueño de su corazón”. Le apenaba que Tamamori dijese esas palabras, pensaba que esa era una experiencia que había quedado en el pasado, pero sorprendentemente su amigo lo recordaba muy bien.

Los demás no cabían del asombro, ¿Daiki había dicho esas palabras? Sonaba muy maduro de su parte, realmente sí que había madurado. Yamada seguía sorprendido, él sabía (o quería creer) que esas palabras se referían a su persona. Puesto que Tamamori había confesado que se habían conocido poco tiempo después de que Arioka se mudase. Miró al castaño mayor, examinándole. ¿Qué era eso de que no cambiaría nunca? Ahora no sentía nada por él, por lo cual, había cambiado.

- Vaya, Dai-chan, no creería que dirías esas palabras. – comentó asombrado Ryutaro. El mencionado se giró rápidamente a mirar al más pequeño.

- ¿Por qué no? – debatió algo malhumorado, ese comentario le había ofendido levemente. Aunque así era Ryutaro, una persona que no pensaba en las consecuencias de sus palabras.

- No pegan con tu personalidad. – volvió a contestar sin medir sus palabras. Los demás rieron y Arioka arrugó el ceño rodando la mirada cansado, no tenía ganas de ponerse a debatir con Morimoto.

- Aunque la cosa no acabó ahí. – continuó la charla Tamamori. Daiki se sobresaltó, creía que la conversación quedaría ahí, pero tal parecía que Yuta lo quería contar todo.

- ¿Qué más pasó? – interrogó Inoo completamente intrigado, todos querían saber más de esos años que Daiki había estado lejos de él. Ryosuke esperaba necesitado la respuesta del invitado, sí, necesitaba saber qué más había pasado entre ellos dos.

- Dai-chan me dio una oportunidad, conseguí salir con él. – respondió entusiasta y sonriendo ampliamente. Sacando varios suspiros de sorpresa del resto, Daiki se mordió el labio inferior. Ya no podía hacer nada, los demás lo sabían.

Miró a Ryosuke, quería saber qué expresión tenía el rostro. Se sorprendió de encontrar una mueca de asombro bastante pronunciada, casi llegaba a la decepción. Yamada arrugó el ceño para después posar su mirada en Arioka, le miró enfadado y con un deje de traición en su mirada marrón.

Sí, Yamada se sentía traicionado por Daiki… ¡él le había estado esperando por casi tres largos años! Y Daiki se había dado el lujo de salir con quien le dio la gana. ¡No se lo perdonaría nunca!



*Fin del cap.15*


Bueno, pues ya está. ^^ 
¿Qué tal os ha parecido? ¡Espero que os haya gustado! A mí me está gustando mucho escribir esta historia. 
¡Muchísimas gracias por todos los comentarios!
Creo que se va hacer costumbre poner esos finales, puesto que el 16 también tiene el final abierto xDD
¡Mimi-chan destaa~~!  

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Only you. [Capítulo 14]

Cómo se nota que ya he acabado los exámenes y que ya tengo más tiempo libre (aunque no tanto como el que yo quisiera... u_u)
Ya he acabado el cap 15 (que por cierto es muy corto pero contrarresta las 10 pag que tiene este) Así que ya toca capítulo. Creo que este me quedó bastante interesante... *w*

¡Vosotras juzgaréis! >_<


Capítulo 14 






Amanecía y poco a poco todos iban despertando. Y como la mañana anterior algunos estaban duchándose mientras que los demás desayunaban, o aún dormían. Yamada bajó al primer piso, cuando ya estuvo vestido y duchado, se disponía a desayunar. De la que pasaba hacia la cocina su mirada se posó en el sofá en el que había dormido Daiki, instintivamente se preguntó si seguiría durmiendo. Sacudió la cabeza, no podía permitirse pensar en el mayor, ni recordar viejos tiempos ni nada… ahora tenía una pareja, tenía que poner toda su atención en él.

- Buenos días. – saludó sonriente nada más pasar el umbral de la puerta a los que allí estaban que eran Yabu, Inoo, Ryutaro y Chinen le devolvieron el saludo sonrientes también. Estaban desayunando.

- ¿Ha dormido toda la noche Dai-chan el sofá? – preguntó Ryutaro a Yabu intentando iniciar conversación. Desde ayer había estado raro y normalmente Yabu amenizaba las charlas.

- Eso creo, no subió a dormir a la habitación. – contestó Inoo al ver que el líder no contestaba. Estaba raro, quería preguntarle pero no se atrevía, el mayor no había comentado nada así que tenía que ser algo importante.

- Ryosuke fue el último en subir a la habitación. ¿Estaba Dai-chan en el sofá cuando marchaste? – el más bajo de todos aportó algo también a la conversación. El mencionado se asustó al estar él y Daiki en una misma frase, por no mencionar lo de la noche anterior. Acabó de servirse la leche y se giró sonriente.

- Sí, ahí lo dejé cuando subí. – volvió la vista a la taza y se metió en sus pensamientos. Auto-convenciéndose de que lo que estaba haciendo era lo correcto, mantener las distancias con Arioka era lo mejor, sabía que el mayor se extrañaría de su comportamiento pero era lo mejor para todos.

- Qué raro, cuando he bajado esta mañana no estaba en el sofá. – habló por primera vez Yabu sorprendiendo a los demás con lo que había dicho.

- Pues si no subió a dormir y hoy por la mañana no estaba en el sofá, ¿dónde está? – preguntó curioso el menor de todos. Esa mañana no había visto al mayor por ningún lado, ni en el baño, ni en el salón ni nada.

Yamada se alarmó cuando escuchó eso. ¿Cómo qué dónde estaba Daiki? Él le había dejado dormido y tapado la noche anterior. Tragó saliva fuertemente, ¿fue una irresponsabilidad dejarle solo en el sofá? No, claro que no. Ya tenía una edad para andar escapándose o armando alguna trastada.

- Hola. – saludó Keito sonriente. Tenía unas ojeras bastante marcadas debajo de los ojos, cosa que sorprendió a la mayoría que ahí estaban. Yamada seguía metido en sus pensamientos y ni siquiera se había dado cuenta.

- ¿Qué pasa? – se atrevió a preguntar al ver que no le quitaban la mirada de encima. Yabu también se había dado cuenta de ese hecho.

- ¿No has podido dormir? – el primero en hablar fue Inoo los demás esperaron a que el otro contestase. Okamoto se sorprendió de esa pregunta, no la comprendía. Además, ellos no podían saber que estuvo despierto hasta tarde ¿no? Rodó la mirada por los presentes y vio como algunos le señalaban debajo de los ojos, simulando ojeras.

- Sí he dormido, pero fatal. – contestó cogiendo una manzana para después sentarse y llevársela a la boca. No quería seguir hablando de ello, además, si decía que estuvo hasta tarde despierto Yamada se daría cuenta de que habría escuchado la conversación con Yuto. Aunque parecía que el castaño no estaba prestando atención a la conversación.

Estuvieron hablando tranquilamente, no había ni rastro de Daiki todavía. Se encontraban todos en la sala de estar, esparcidos por los tres sofás que había formando una U alrededor de la pequeña mesa.

- ¡Keito~! –llamó melosamente Hikaru pasando un brazo por los hombros del menor que dio un pequeño saltito en el sofá. Aún no se acostumbraba a la cercanía del mayor, tenía que decirle cuanto antes que se había rendido con Yuto, para así dejar esa farsa.

- Que mono está sonrojado. – añadió Inoo que estaba enfrente de ellos sentado entre el sofá y la mesa (sentado en el suelo). Movió las cejas de arriba abajo rápidamente en un gesto pícaro, sacando un sonrojo más fuerte en el menor que se encogió en el sofá.

- Suele pasar cuando la persona que te gusta te abraza. – continuó Chinen que estaba en el otro sofá. Al lado de Yuto que miraba ceñudo la escena, le molestaba esa cercanía que tenía Hikaru hacia Okamoto, aunque era normal si eran pareja. Pero él también estaba saliendo con Yamada y no estaban cada poco dándose cariñitos.

- ¿Os podéis controlar? Estáis en público. – escupió Yuto mirando en otra dirección. Llevaba días de mal humor, él creía que este sería un viaje memorable que compartiría con Yamada. Pero verles a ellos dos tan empalagosos le quitaba las ganas de todo y le creaba una rabia involuntaria.

- Pero estamos en confianza, no pasa nada. – contestó Yaotome sonriente. Parecía que el moreno estaba algo celoso, siempre que hacían ese tipo de escenas el menor se enervaba y soltaba algún comentario fuerte.

- Eso es, tú puedes darle mimos a Ryosuke si quieres. – espetó picaresco Chinen imitando el gesto que había hecho Inoo antes con las cejas. Yamada se sobresaltó al escuchar esa frase y se sonrojó violentamente.

- ¡Chinen! – riñó el mayor. ¿Cómo podía decir esas cosas tan fácilmente? Miró de reojo a Yuto ya que estaba a un lado de él, pero éste parecía tranquilo con la mirada posada de nuevo en el agarre que tenía Hikaru sobre Keito.

- ¿Estáis saliendo Yuto y tú? – intervino en la conversación Ryutaro. Él no sabía nada y por lo que podía ver no era el único. Yabu, Takaki e Inoo también parecían no saber nada. Yamada desvió la mirada incómodo. Era cierto, ninguno sabía nada de su relación, solamente lo sabían Keito, Daiki y Chinen (o eso creía él).

- Así es. – contestó Yuto tranquilo pero con una enorme sonrisa mirando al menor que abrió los ojos sorprendido. Nakajima fijó su mirada en su novio y le sonrió radiantemente aliviando la tensión que sentía el mayor.

- ¡Ya estoy en casa! – anunció Arioka entrando por la puerta, sorprendiéndose de encontrar a todos en la sala de estar. Los otros nueve se giraron sorprendidos al intruso, algunos cambiaron su mirada a una de enfado.

- ¿Dónde te habías metido, baka? – regañó Hikaru mirándole inquisitoriamente. Daiki desvió la mirada y tragó saliva, resultaba incómodo tener todas las miradas encima de él.

- He ido a visitar a mi abuela… vive por esta zona. – era una media mentira. Primero se había acercado hasta la farmacia a comprar la crema solar que le había mandado su madre y luego aprovechó para visitar a su abuela.

- Es cierto, vive por aquí. – recordó Inoo pensativo. Varias veces había ido a visitar a la agradable y carismática ancianita, todo un encanto. Daiki caminó hacia uno de los sofás, concretamente al de Hikaru y Keito que tenía un asiento vacío y se sentó. Estaba cansado, la casa de su abuela quedaba muy retirada.

- ¿Y qué tal está? – preguntó Takaki, él también había conocido a la abuela Arioka. Una entrañable señora muy hospitalaria y con una inseparable sonrisa. El menor ensanchó una sonrisa despreocupado.

- Sorprendentemente está muy bien. – contestó dejando la mochila a un lado del sofá. Varios de ellos se miraron entre ellos con cara de reproche.

- ¿Sorprendentemente? Mira que eres grosero. – riñó Chinen, decir eso sobre su propia abuela, y más él que no tenía ninguna le dolía bastante. Daiki movió la mano restándole importancia al asunto.

- Me refería a que sigue igual que siempre. – hizo una pausa donde miró al moreno que le reñía con la mirada, pero no era el único los demás también. Aunque Yaotome tenía un aura de diversión, parecía que le había hecho gracia el comentario de Daiki.

- No lo intentes arreglar, grosero. – añadió Ryutaro sacándole una risa a alguno de ellos. Daiki sonrió divertido también. Apoyó la espalda en el mullido sofá y suspiró cansado.

- Bueno, ¿y qué estabais haciendo aquí todos reunidos? – preguntó Arioka tratando de desviar la atención del tema. No quería que siguiesen reprochándole las palabras utilizadas.

- Nada, simplemente charlar. – contestó Hikaru despreocupado quitando el brazo de encima de los hombros de Okamoto. Yuto relajó la expresión de su cara, al ver que ya había algo de distancia entre los otros dos.

- ¿De qué? – se aventuró a preguntar, simplemente quería sacar un tema de conversación. Los demás no decían anda y ninguno parecía querer iniciar una conversación colectiva.

- De parejas. – contestó Ryutaro sin darse cuenta de lo que acarreaba su respuesta. Daiki se irguió, sentándose correctamente. ¿De parejas? Instintivamente desvió la mirada hacia Yamada, éste al darse cuenta la apartó rápidamente para no encontrarse con la mirada del mayor.

- Sí, ¿tú sabías que Yama-chan y Yuto están saliendo? –habló Yabu sorprendido. Él acababa de enterarse y seguramente que Daiki ahora también. Se sintió algo triste, pues todos sabían de la relación que habían mantenido Yamada y Arioka, pero eso ya era agua pasada.

- Era obvio. – contestó soltando una pequeña risa. Sabía que la mayoría estarían preocupados por ese tema y él no quería que fuese así. Los demás se sorprendieron con la naturalidad con la que había contestado. Inoo puso una mirada de tristeza al escuchar eso, claramente Arioka se estaba forzando a decir esas palabras.

Yamada miraba expectante al mayor que miraba en otra dirección. Lo había dicho con un tono de tranquilidad y naturalidad que le llegó a molestar levemente. Daiki se había olvidado completamente de él y, peor aún, de la historia que habían compartido años atrás. Él todavía la tenía muy presente, tan presente que ayer estuvo a punto de besarle al recordar. Tragó saliva para tratar de disipar ese nudo en la garganta. ¿Por qué se ponía así? ¡Él también le había olvidado! Ya no sentían nada el uno por el otro… e, inexplicablemente, eso sentía muy solitario.

- ¿No hay plan para hoy, Takaki? – preguntó interesado Yuto. Ayer habían estado todo el día fuera de casa y ese día parecía que iba a ser al revés. El mencionado subió los hombros, él no había ideado nada.

- ¿Por qué no vamos a la playa? – interrumpió Inoo. Desde hacía tiempo que quería aprender a bucear y esas vacaciones parecían un buen momento. Los otros se miraron entre ellos, Daiki se tensó. ¿La playa? No quería ir, no, no podía.

- Yo me quedaré aquí, estoy muy cansado. – sentenció Arioka mientras se levantaba, cogía la mochila y se dirigía hacia las escaleras con intención de ir a la habitación. El resto le miró sorprendidos, nuevamente el castaño se había negado a una actividad propuesta. ¿Qué le pasaba?

- Yo también me quedaré aquí. – habló Ryutaro centrándose toda la atención en él. – Tengo que empezar a hacer los deberes de verano. – finalizó. Algunos pusieron cara de asombro.

- ¿Ya? ¡Pero si acaban de empezar las vacaciones! – debatió Hikaru sorprendido. Él no tenía pensado empezarlos hasta finales de Julio y aún estaban en Junio.

- Cuando acabe iré a la playa con vosotros. – Ryutaro sonrió tranquilo, tampoco tenía que hacer muchos. Los demás asintieron a las palabras y se fueron levantando poco a poco.

- Espera. – interrumpió Yuto al ocurrírsele una idea, los demás detuvieron sus actividades y miraron al moreno. – ¿Por qué no te ayuda Chinen? Es el primero de la clase. – el mencionado se tensó y abrió los ojos asombrado. No, no quería ayudarle, rotundamente no. ¿Dios estaba en su contra? ¡Quería tener el mínimo contacto con Morimoto!

- No creo que… - comenzó a negarse el más bajo de todos pero fue interrumpido por el “líder”. Como se había proclamado en la infancia ya que era el mayor de todos y por tanto el líder.

- ¿Por qué no? Así acaba antes y estaremos todos en la playa. – el resto meditaron las palabras del mayor y les pareció buena idea.

- Todos menos el vago de Dai-chan. – aprovechó Inoo para echar en cara al menor el no ir pero no estaba, así que no podía defenderse.

Ryutaro sonrió divertido, una buena oportunidad se presentaba ante sus ojos. El poder pasar tiempo a solas con el mayor era una oportunidad de oro y tenía que aprovecharla. Sabía que Yuri haría todo lo posible para no tener que pasar tiempo con él.

- Venga, Chinen. Hazlo, ¿qué más da? Para ti será pan comido. – intervino Yaotome tratando de convencer al moreno que no quería ayudarle.

Chinen al final tuvo que aceptar, todos se habían puesto de acuerdo en que era buena idea y a él no se le ocurría una buena escusa que decir para negarse. Bueno, podría llevarlo con naturalidad, siempre y cuando el menor no intentase nada.

Fueron a la cocina ya que sería más cómodo, la mesa era más alta que la del salón que era una mesa de té. Se sentaron uno en frente del otro, era la única forma que había encontrado Yuri de mantener las distancias con el menor. Estuvieron en silencio un buen tiempo, realmente incómodo para ambas partes, ninguno se atrevía a decir nada.

Ryutaro miraba a través de sus pestañas, sin levantar el rostro, a Chinen. Parecía concentrado en un libro que había traído, por lo cual no le estaba prestando atención a su persona, cosa que le molestaba realmente. Comenzaba a enfadarle el rechazo del mayor. Arrugó el ceño, ¿por qué le rehuía de esa manera? ¿El dolido no tenía que ser él? Desde su punto de vista, él era la víctima, no Chinen. Levantó el rostro de golpe encarando a su acompañante que seguía sin prestarle atención.

- No entiendo esto. – habló con un tono neutro, sin emociones. El mayor elevó la mirada y la fijó en los oscuros ojos de Morimoto quien le mantuvo la mirada sin pestañear. Chinen suspiró aburrido y se acercó a la mesa (ya que estaba apoyado en el respaldo de la silla).

- ¿El qué? – dejó el libro a un lado para posar su entera atención en el libro de matemáticas que tenía Ryutaro. El menor le señaló un ejercicio en concreto, pero Chinen no podía entender lo que decía ya que su visión estaba al revés.

Se apoyó en la mesa acercándose al moreno menor, no tenía ninguna intención de cambiar de asiento, así que haría todo lo que fuese para poder leer el enunciado del ejercicio. Ryutaro sonrió, tenía al mayor muy cerca, sus cabezas estaban tan cerca que casi se mezclaban sus cabellos. Se acercó un poco más mientras giraba levemente el libro para que Yuri pudiese leer, éste se acercó un poco más y leyó atentamente, ajeno a la cercanía de ellos dos.

Ryutaro examinó detalladamente el rostro de su acompañante. Esas largas y negras pestañas, las más largas que había visto. Ese pelo suave y delicado que tantas veces había tocado y que ahora se moría de ganas por volver a hacerlo. Esos labios que acababan en una sensual curva que se acentuaba cuando sonreía. La piel tersa y blanquecina, suave y delicada. Se mordió el labio inferior tratando de retener las ganas de besarle que tenía, le tenía tan cerca que podía oler el dulce aroma del champú de Chinen.

- ¿Lo has entendido? – preguntó el más bajo sacando de sus pensamientos al menor que abrió los ojos sorprendido. El mayor le miró de nuevo a los ojos, pero esta vez tenía muy cerca al menor, demasiado cerca. Tragó saliva fuertemente, esos ojos… le habían atrapado completamente en el mar oscuro que eran.

Ambos desviaron rápidamente la mirada y se sentaron correctamente, marcando una distancia entre ellos. Chinen rogaba que no se notase ese calor que le estaba subiendo hasta las mejillas y Ryutaro trataba de tranquilizarse, ese acercamiento le había puesto nervioso.

- Sí, gracias. – contestó a la pregunta que le había formulado el mayor. Después de eso se creó un incómodo silencio entre ambos. Chinen volvió a leer y Ryutaro se puso a la tarea, aunque le costó concentrarse.

Morimoto volvió a elevar la mirada de nuevo. El rostro de Chinen había cambiado bastante, siempre había tenido ese aura infantil y tierno en la cara, pero ahora era muy varonil. Aunque no había crecido mucho, cosa que le divertía.

- ¿Qué es tan divertido? – espetó algo malhumorado el mayor sacando nuevamente de sus pensamientos a Ryutaro. Éste ensanchó la sonrisa que se le había formado y el otro le examinó fuertemente.

- Que no has crecido nada. – respondió aún sonriente. Yuri abrió los ojos sorprendido y se sonrojó levemente, sabía que no era muy alto, pero no quería escucharlo de los labios de Morimoto. Y menos cuando éste le sacaba más de diez centímetros y era más pequeño en edad.

- ¿Y eso es importante ahora? – volvió a su tono frío de tratar al moreno menor. El otro sonrió aún más, enseñando sus blancos dientes. Chinen arrugó el ceño, ¿por qué sonreía? ¿Por qué a pesar de con el tono que le contestaba seguía sonriéndole tranquilo? Le sacaba de quicio esa sonrisa.

- Me encanta cuando te pones a la defensiva. – sacó su tono sensual que había utilizado la tarde en que quedaron en la cafetería. El bajo endureció la mirada, ya comenzaba con lo mismo.

- Bueno, si lo entiendes todo no hace falta que me quede más. – cerró el libro de golpe y se levantó haciendo ruido con la silla. Ryutaro miraba los movimientos del mayor, siempre hacía lo mismo. Cuando Yuri pasó por su lado le agarró la muñeca deteniendo cualquier movimiento.

- ¿Por qué siempre huyes? – encaró el menor mirando la cabeza de su acompañante, ya que el rostro estaba en otra dirección. Chinen se mordió el labio inferior con impotencia, ¿por qué Ryutaro tenía que hacerle preguntas tan comprometidas?

- Porque no soporto tenerte cerca. – sentenció soltándose fuertemente del agarre marchado de la cocina sin mirar atrás, pero con el corazón desbocado. Ese mínimo contacto con la piel del menor le había acelerado las pulsaciones.

Ryutaro se quedó mirando por donde se había ido Yuri. No lo entendía, no comprendía el odio que le procesaba el bajo. No le había hecho nada, es más, en el pasado fue el mayor el primero que se ofreció a “ayudarle”. Ninguno de los dos en el pasado tenía sentimientos románticos, y puede que la relación no acabase del todo bien… pero eso no era únicamente su culpa. Los dos habían tenido la culpa. Pero parecía que el mayor no quería verlo. Tenía que reconocer que en un principio la actitud del mayor le resultó divertida, pero ahora… recibiéndola constantemente… le comenzaba a molestar verdaderamente.



- Veo que habéis acabado. – exclamó Yabu cuando Chinen apareció en la playa. Llevaba su toalla y su crema solar, ya llevaba el bañador puesto. El recién llegado simplemente asintió y estiró la toalla para después echarse. Necesitaba desconectar un poco.

- ¡Vamos a bañarnos, Yama-chan! – pidió Nakajima mirando con ojitos de cordero degollado al mencionado. El mayor sonrió despreocupado y asintió, no podía negarle nada a esa carita que tenía Yuto. Se levantó de la toalla y se encaminaron al agua.

Keito miró la larga espalda del alto irse al mar, sonrió. Yuto ya era todo un hombre y muy varonil cuando se lo proponía. Vio como éste sonreía radiantemente, sonrisa que no era para él, sino para el dueño del corazón del moreno. Su corazón punzó, tenía que olvidarse de Yuto costase lo que costase. Él no quería ser el villano malo que rompía la pareja principal de un manga shoujo.

- ¿Qué piensas, Keito? – preguntó Hikaru que venía con un helado que había comprado en un puesto cerca de allí. El mencionado desvió la mirada del moreno y la dirigió a Yaotome. Le sonrió y negó levemente con la cabeza.

- En nada. – respondió sonriéndole. El mayor sonrió también y se sentó a su lado, en la misma toalla, mirando en la misma dirección que el menor. Entonces se percató de hacia dónde iba la mirada de Okamoto.

Los dos se quedaron en silencio, mirando a la pareja que reía en el agua, salpicándose el uno al otro. Keito miraba ensimismado la resplandeciente sonrisa del moreno e instintivamente sonrió él. Giró su mirada, ahora hacia Yamada quien también sonreía con una increíble luz en la cara. Luz que no había visto desde que Daiki se fue. Apretó los labios tratando de reprimir el nudo de la garganta. Eran felices, Yuto y Ryosuke eran felices, estaban enamorados, no había más que verlo. Ya no solo se tenía que olvidar de Nakajima por su bien, sino por el de la pareja.

- Parecen felices… - comentó Hikaru mirando también la escena. Keito asintió mirando fijamente a los dos reír radiantemente.

- Hikaru-kun. – llamó sin apartar la mirada de los otros dos, el nombrado le miro. – No quiero seguir con la farsa, no quiero sacarle celos a Yuto. Se ve que está enamorado de Yama-chan, no quiero romper la pareja. – expusó. Yaotome examinó la expresión de su acompañante y sonrió. Keito era tan puro y bondadoso, estaba claro que anticiparía la felicidad de Yamada y Yuto a la suya propia.

- Como quieras. – aceptó el mayor mordiendo el barquillo del cucurucho del helado. El menor fijó su vista en Hikaru y asintió sonriendo.



- Venga, Inoo no es tan difícil. – animó Takaki incitándole a que se animase, el menor temía sumergirse. Inoo le había pedido que le enseñase a bucear ya que él tenía la licencia e Inoo quería sacarla.

- Ya voy, ya voy. – contestó respirando profundamente. Nadar no era una cosa que se le diese bien, por eso quería aprender a bucear para que se le quitase el miedo.

Se sumergió valientemente, siempre le había tenido algo de miedo al agua. Desde que había visto a su primo, cuando ambos eran pequeños, casi ahogarse. Salió a la superficie rápidamente, tropezando y cayendo. Takaki rápidamente le sujetó de la cintura apegándole a su cuerpo. Inoo abrió los ojos al notar que no había caído al agua, se sorprendió de encontrar la cara del castaño tan cerca de la suya.

- ¿Estás bien? – preguntó preocupado el mayor. El moreno se quedó mirando los labios de Yuya, tan apetitosos, ligeramente abiertos. Esos labios le incitaban a juntarlos con los suyos.

- Sí, sí. – contestó cuando se recompuso. Le miró a los ojos y le sonrió despreocupadamente, en esos momentos agradecía enormemente lo torpe que era, ya que ahora se encontraba en brazos de Takaki. Tocándole el pecho desnudo y éste tocándole la espalda.

Se separaron y siguieron con la clase de buceo.



- ¡Aquí, Ryutaro! – llamó Yabu levantando la mano para que el menor supiese donde estaban. El nombrado sonrió y se encaminó hacia los demás.

A Chinen se le erizó el vello de la espalda, ¿ya había acabado Ryutaro? Se dio la vuelta (ya que estaba tumbado boca abajo) y le vio caminar en su dirección. Miró a sus dos amigos que aún jugaban a salpicarse con el agua y se levantó para ir donde ellos. Le daba igual si interrumpía el momento feliz de la pareja, necesitaba irse de ahí. Quería estar el menos tiempo posible con Morimoto.

- Pensaba que no te querías meter. – habló Yuto en cuanto divisó que el moreno iba en su dirección. Lo estaba pasando bien a solas con Yamada, pero no pasaba nada si Chinen se les unía.

- He cambiado de opinión. – respondió con una sonrisa. Ellos no sabían nada de la historia que compartían Ryutaro y él y no se la iba a decir ahora, cuando ya no había nada entre ellos. Comenzó a mojar a Yamada y así comenzaron a jugar entre los tres.



Yamada se apartó para que Yuto no le mojase, mientras Yuri aprovechaba para salpicar al alto que se lo devolvió. Ryosuke les miró divertirse y admiró la enérgica sonrisa de su novio, totalmente contagiosa, haciéndole a él sacar una leve sonrisa. Rodó la mirada por todos sus amigos, parecía que todos se estaban divirtiendo. En las toallas estaban Yabu, Keito, Hikaru y Ryutaro que acababa de llegar y reían estrepitosamente. En el agua, algo alejados de ellos, aprendían a bucear Inoo y Takaki que se sonreían de vez en cuando. Y en frente de él Chinen y Yuto se salpicaban mutuamente. Solamente faltaba Daiki… solo él se estaba perdiendo al grupo.

Llevó su mirada hasta la habitación de los mayores donde seguramente estaría Daiki durmiendo. ¿Por qué se empeñaba en no hacer cosas con ellos? Cuando ellos habían vuelto a ser un grupo solamente para que Arioka no sospechase nada, ¿por qué se empeñaba en apartarse? Le dolía pensar que podía ser su culpa, pero él no había hecho nada. Y el mayor ya le había dado a entender que no sentía nada por él.

Un momento, él se había propuesto dejar de pensar en Daiki y centrarse en su relación con Nakajima. ¿Por qué seguía empeñado en prestarle atención a su ex? ¡Estaba siendo completamente grosero con Yuto! Él no se merecía que sus pensamientos fuesen hacia otra persona. Apretó los labios mientras movía levemente la cabeza, tenía que sacarse a Daiki de su mente, dejar de preocuparse por él. Centrarse en pasarlo bien con el grupo, estuviese o no Arioka. Pero… era inevitable pensar que cuando Daiki no estaba cerca todo se volvía solitario.

- ¿Ryosuke? – escuchó la voz de Yuri llamarle, sacándole de sus pensamientos. Le miró interrogante. – ¿Pasa algo? – su tono de preocupación hizo que sonriese. Negó con la cabeza y aprovechó el despiste del menor para salpicarle. Así volvieron a jugar.



Después de varias horas, donde todos se metieron al agua, bueno, casi todos. Keito había preferido quedarse en la toalla, decía que no tenía ánimo para meterse en la, seguramente, helada agua. Los demás salieron después de haber jugado lo suficiente y se situaron cada uno en su toalla.

- Estás muy seco, Keito. – chinchó Yabu sonriente. Era parte de ir a la playa, mojar a algún amigo que estuviese seco, una especie de ritual que inconscientemente todos los humanos hacían.

- No, Yabu, no. – negó rotundamente levantándose de la toalla al ver que el mayor se acercaba peligrosamente a su persona. Él que estaba tan calentito a causa del sol y Yabu quería helarle con el agua del mar.

Rodó la mirada por todos sus amigos y vio que todos tenían esa mirada de diversión, ¿todos se habían propuesto mojarle? Salió corriendo y los demás detrás de él, aunque no todos Inoo y Ryutaro prefirieron quedarse en la toalla echados, estaban cansados.

Poco a poco todos fueron cansando y dejaron de perseguir a Keito, todos menos Yuto que seguía persiguiéndole para mojarle.

- ¡No huyas! ¡Te cogeré! – obvió Yuto acercándose rápidamente al mayor que ya estaba cansado de tanto correr.

Sin darse cuenta por donde corría, Yuto tropezó y cayó estrepitosamente sobre la arena. Keito paró de correr y se giró a mirar al alto que ahora estaba tumbado en el suelo con la cara incrustada en la arena. Inevitablemente rió fuerte, el menor no se movió ni un palmo.

- ¿Estás bien? – preguntó Okamoto acercándose hacia Yuto que todavía no levantaba la cabeza. Se estaba preocupando, la arena puede hacer daño. Se agachó en frente del menor. – Yuto, ¿estás bien? – repitió para que el menor le contestase.

De un momento a otro el más alto se levantó rápidamente para después darle un abrazo a Keito. Mojándole a la vez que le pegaba la arena, Keito abrió los ojos. Yuto le estaba abrazando, ya le daba igual mojarse o que la arena luego le picase… ahora lo que importaba es que estaba entre los brazos de Nakajima, solo eso.

- ¡Te pillé! – celebró victorioso Yuto. Claramente, no se daba cuenta de lo que significaba ese abrazo para el mayor. Se movió sin soltar el abrazo para mojar todo lo que pudiese al mayor y se separó, pero sin soltarle.

Yuto sonreía divertido, al final había conseguido mojar a Keito. Se miraron a los ojos fijamente, casi sin pestañear. La sonrisa poco a poco se fue borrando del rostro de Yuto, quien miró apetitosamente los labios Keito que aún seguía entre sus brazos. Lentamente se fue acercando al mayor que mantenía los ojos abiertos a causa de la cercanía con el moreno.

Nakajima se acercaba peligrosamente hacia los labios de Keito…



*Fin del cap.14*


¡Ahora tocó un poco del Chiitaro, con avances y desavances de las demás parejas... sé que soy mala puesto que siempre dejo con ansias de más al final de los caps... pero no sé por qué esta historia me sale así xDD

¡Muchísimas gracias por todos los comentarios que ponéis en todos los capítulos!
¡Me alegro de que os esté gustando este seria! *·*
¡Mimi-chan destaa~!