jueves, 15 de febrero de 2018

[Serial] Game. Cap3

Muuuuy buenas! Sé que estoy desaparecida, pero juro que tengo justificación. La verdad que inspiración tengo poca, pero además es que he decidido abrir un blog donde traduzco los paper de nuestros queridos JUMP, aunque me cuesta ponerme al día TT_TT
Aquí os lo dejo por si queréis visitarlo.


Una cosa tengo que añadir
¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A LAS QUE TODAVÍA ME LEES Y A LAS QUE COMENTÁIS! De verdad, los comentarios animan un montón. He podido leer de mis dos antiguas y queridas lectoras. ¡Es bueno saber de ellas después de tanto tiempo!

Bueno no me entretengo más, a lo importante.


Capítulo 3

- Dai-chan, creo que has bebido mucho. - hablaba Yuto carretillando a un sonrojado Arioka.

El otro ni contestó, su habla sería malísimo si lo hiciese. La verdad que sí que se había pasado, pero quería quitarse ese mal humor, él no era así. Y acabó bebiendo más de la cuenta y siendo llevado por su amigo Nakajima. Siéndole una molestia. Aunque también Massu, el dueño del bar, no le había frenado.

Pero no era así para nada. El otro estaba más que contento. Pues tenía a su querido Dai-chan entre sus brazos, bastante vulnerable, podría hacerle cualquier cosa y no opondría resistencia. Pero, él no era así, no quería que fuese así. La verdad que verle sonrojado y con las cejas algo fruncidas era bastante adorable.

- Ya hemos llegado. - dijo el más sereno cuando estuvieron en frente de la puerta del apartamento.

- Las llaves estan en este bolsillo. - indicó el mayor después de haber intentado sacarlas un par de veces fallando en todas.

Yuto pasó su mano que estaba libre por delante de Daiki para coger las llaves que estaban en el bolsillo más alejado. Sus rostros habían quedado demasiado cerca, mucho para el pobre corazón de Yuto. Daiki le miró sonrojado, mirada que al otro le atravesó. Acercó un poco más el rostro, pero en seguida se echó para atrás repitiéndose que no era así como tenía que ser.

- Inoo-chaaan. - llamo Nakajima una vez abierta la puerta.

El nombrado asomó por el pasillo y al ver el estado en el que estaba su compañero de piso corrió a verle.

- ¿Qué pasó? - se posicionó al otro lado del más bajo y los tres entraron en el lugar en dirección a la habitación del susodicho.

- Bebió demasiado, no sé qué le pasaba hoy. Solamente decía "úlcera, úlcera", no entedí nada. - se escusó el menor. Inoo puso cara de confusión.

Una vez que estuvieron en la habitación le dejaron encima de la cama sin desvestirle ni nada, pues sería una tarea ardua y extensa. Mejor dejarle dormir así, de todas formas mañana era sábado así que no tenía que trabajar.




***




Abrió uno de los ojos con dificultad. Tenía ganas de mear. Se levantó y salió al pasillo apoyado en las paredes, caminando como podía. Sí que se había pasado.

Se dejó caer en la cama sentado, le daba vueltas todo, posó una de las manos en la cabeza tratando así de que dejase de dar vueltas la habitación. Miró al techo intentando que cesase el mareo, pero nada, incluso parecía que se encontraba peor. Entonces giró la mirada hacia la derecha y vio un papelito encima de su mesita de noche. Se acercó y lo cogió torpemente.

-Yamada Ryosuke. - leyó una vez que su vista se agudizó y con voz pastosa. Le dio la vuelta y destrás estaba un número de teléfono. Miró la hora en el despertador, las 3:45, buena hora para llamarle.
Marcó torpemente y esperó a que le diese llamada.




***




Sólo se oían gemidos en esa gran habitación. La ropa estaba tirada por el suelo, la cama deshecha, pero bajo las sábanas había dos cuerpos que se movían agitadamente.

- Así me gusta. - se escuchó un gemido de uno de los cuerpos. Era un moreno bastante guapo. Tenía la mano puesta en la cabeza del otro que estaba ocupado en trabajarle su zona íntima. - Así me gusta Ryosuke. - acarició la cabeza del nombrado.

El otro seguía bajando y subiendo por toda la extensión del miembro, apretando en la cúspide para hacerle sentir aún más placer. Sentía las caricias del otro en su cabeza, indicándole que estaba haciéndolo bien. Y por eso siguió con su lavor más arduamente, quería hacerle enloquecer.

- Ya casi... - susurró el moreno mientras apretaba su mano cogiendo unos mechones de pelo. El otro sonrió y se levantó súbitamente. - Ya casi estaba. - protestó el otro al sentir la falta de calor.

Yamada no dijo nada se colocó entre sus piernas mientras masajeaba su mismo miembro para ponerlo más erecto. Una vez que lo consiguió entró en él de golpe, sin avisarle, arrancando un sonoro gemido de los dos.

Ah, cuanto había esperado este momento. Llevaba una semana ajetreada y sólo Chinen conseguía distraerle, y de qué manera. Le miró, esa cara sonrojada, con gotas de sudor escurriéndose por la sien, el pelo algo húmedo del calor de la habitación, el vaivén de su cuerpo que era empujado por el suyo. Cerró los ojos disfrutando del bombeo. Aceleró los movimientos, tenía gana de llegar a la cumbre, de saciarse y terminar.

Los gemidos de ambos varones se escuchaban cada vez más fuertes en el cuarto, junto con el golpeteo de ambos cuerpos chocando. Ryosuke entraba y salía de Yuri rápidamente mientas el menor se masajeaba él mismo su miembro para sentir doble placer. Había un ambiente tan cargado de pasión, tan lleno de calor. Calor que fue roto por un molesto sonido, el sonido de un teléfono.
La burbuja en la que estaban ambos estalló, para malhumor del mayor al reconocer que era su teléfono el que sonaba.

- No lo cojas. - rogó el menor que todavía se retorcía bajo su cuerpo. Yamada miró al otro y al teléfono. - No lo hagas. - le miró seductor disfrutando de los movimientos del otro.

- Tengo que hacerlo, ¿y si es de la empresa? - habló saliendo de él y acercándose a su pantalón de traje que estaba en el suelo.

Chinen bufó molesto al no sentir el calor del otro con él. Se tapó con la sábana ya que sentía frío. Ryosuke miró el teléfono y se sorprendió al ver que no tenía guardado el número. Pensó en ignorarlo y seguir a la bella tarea de matener sexo con Chinen. Pero sonrió al pensar en la mínima posibilidad de que fuese...

- ¿Diga? - habló descolgando el teléfono, oyó al moreno bufar desde la cama.

- Tú... - escuchó una voz tenue y algo pastosa, no reconoció la voz.

- ¿Quién es? - volvió a preguntar.

- Tú... maldito bastardo. - sintió a la otra persona decir. Vocalizaba más bien poco y se le entendía aún menos, tuvo que hacer un inmenso esfuerzo para poder comprenderle.

- ¿Quién eres? Son casi las cuatro de la mañana, no tengo ganas de aguantar gilipolleces. - estaba enfadado, ¿para esto había parado a medio polvo?

- Oh, sabes muy bien quién soy. - escuchó cómo el otro hacía una pausa al otro lado de la línea. - ¿Te gustó reírte de mí? - volvió a hacer una pausa, se notaba que esa persona iba bebida. - Primero en la entrevista... y luego en la sesión. -

Yamada sonrió, al final sí que era el del otro día. Le había dado muy buena impresión, aunque solamente para una noche, bueno, como casi todos. Aunque Chinen era la excepción.

- Oh, eres el chico de esta tarde. - hizo una pausa y sonrió de medio lado. - ¿Al que le invité a salir verdad? - ensanchó la sonrisa. La verdad es que sabía perfectamente que no era el tal Nakajima, si no Arioka. Pero se le hacía muy entretenido meterse con él.

- No, no soy ese. - le sintió hablar enfadado cosa que le divertió. Ese chico era muy transparente, se le notaba todo incluso en la voz.

- ¿Entonces quién? - volvió a preguntar intentando aguantar la risa.

Chinen observó a su amante sonreír al teléfono ¿quién podía ser esa persona? Rara vez Ryosuke sonreía de esa manera. No es que fuese un antisocial ni un amargado, pero esa sonrisa que estaba viendo era nueva. Sintió celos, celos de esa persona que le arrancaba esa sonrisa sin ni si quiera estar presente. Sintió celos de esa persona que seguramente que le conocía desde hacía menos tiempo que él. Apartó la mirada y se fijó en la pared, lo menos que quería ver era esa expresión en el rostro de Yamada.

- Tú... - siguió diciendo Daiki al otro lado de la línea. Yamada esperó a que siguiese. - Eres un bastardo egoísta que no piensa nada más que en su ombligo. No te importan los sentimientos de los demás, ni mucho menos las consecuencias de tus actos. - Ryosuke levantó una ceja a la espera de que continuase. - Vas aplastando a todos en tu camino sin detenerte a mirar a quién pisas. Eres un arrogante, engreído y mimado. -

Ryosuke quedó sin habla, mas no pudo contestarle ya que el otro le colgó. Apartó el teléfono de su oreja y se le quedó mirando. No entendía nada ¿a qué venía todo ese sermón? ¿De verdad le había llamado a las cuatro de la mañana para eso? Dejó el teléfono encima del sillón que estaba en una esquina del cuarto y se giró a mirar a Chinen y que este consiguiese desestresarle nuevamente. Pero se sorprendió al encontrarle dormido.

- Perfecto. - susurró mientras se dirigía a la cama para dormir el también. - Esta me las pagarás, Arioka-san. - bufó molesto. Al final se había quedado sin sexo por cuenta de ese desgraciado que encima sólo le había insultado.

Se recostó al lado de Chinen y cerró los ojos para caer en los brazos de Morfeo.




***




Daiki salió de su habitación en busca de agua, tenía mucha sed y la cabeza le dolía horrores. Caminó hasta la cocina y llenó un vaso de agua y cogió una pastilla. Quería aliviar el dolor de cabeza, por suerte hoy no le tocaba trabajar.

Se sorprendió al escuchar una voz que no conocía procedente del salón, así que se asomó a ver quién era. Y efectivamente, no conocía a la persona que estaba sentada en el sofá al lado de Inoo.

- Buenos días... - susurró Daiki con miedo a interrumpir algo. Inoo se giró sorprendido y le sonrió.

- ¿Buenos días? Dirás buenas tardes... - habló divertido, eran las cuatro de la tarde. Arioka había estado durmiendo todo el día. - ¿Qué tal? ¿Hay resaca? - ensanchó su sonrisa al ver a su amigo todo despeinado.

- Mucha. - caminó hasta el sillón olvidandose de que había otra persona en el lugar.

- Ah, por cierto, este es Takaki-kun. - Daiki miró al susodicho, ese chico era del que estaba enamorado Inoo. Tenía que reconocer que era guapo y muy varonil. Pero... no se le veía nada de homosexual. Ya preveía cómo terminaría esta historia.

- Encantado, soy Arioka Daiki amigo de Inoo. - contestó el menor del lugar. Aunque seguía intrigado por el hecho de que estuviee en su casa.

El otro no dijo nada, se le veía tímido o poco sociable. Era bastante varonil, ese traje gris con la camisa negra le quedaba bastante bien. Sí, Inoo tenía buen ojo.

- ¿Te apetece tomar algo Takaki-kun? - preguntó educadamente el moreno y con una voz que Daiki no había oído nunca. Una voz melosa, ¿era la que ponía cuando le gustaba alguien?

- Un té negro por favor. - respondió el mayor con una voz grave. Bastante grave y armoniosa.
El moreno se levantó y fue a la cocina a preparar el té.

- Bueeno... - empezó Daiki, se sentía algo incómodo. Él era muy parlanchín y el otro parecía no querer sacar el habla. - ¿Hace mucho que conoces a Inoo? -

- Desde hará cinco meses, cuando empezó a trabajar en la empresa. - declaró el mayor echándose hacia atrás en el respaldo del sofá.

- ¿Y qué tal es en el trabajo? - consultó de nueva cuenta, la verdad que era una faceta que no conocía, pues nunca había tenido que trabajar con Inoo.

- Bastante responsable. - hizo una pausa intentando pensar alguna cualidad más del moreno. - Aunque... de vez en cuando suelta algún comentario que no entiendo. - habló poniendo un dedo en la barbilla recordando.

- Ah, se lo que me dices. - apoyó el menor, era cierto, Inoo constantemente decía algún comentario que te descolocaba.

- Bueno, probablemente lo hace todo el día. - Takaki sonrió al acordarse de algún comentario del moreno.

- ¡Sí, sí! ¡Lo hace constantemente! - apoyó emocionado Arioka. - ¡Y normalmente no tiene nada que ver con la conversación! - añadió estallando en carcajadas después de decirlo.

Takaki también sonrió, sabía perfectamente a qué se refería el menor cuando decía eso. Le había cogido cariño en poco tiempo, la verdad es que Inoo era alguien indispensable para la empresa, las ventas habían mejorado bastante y su jefe estaba bastante contento con él.

- ¿De qué habláis? - entró Kei en el salón con una bandeja con tres tazas, una tetera y unas pastitas. Los otros dos simplemente le miraron y sonrieron. Kei les miró extrañado.

- De nada en partícular... - Arioka se hizo el tonto y miró a otro lado. Takaki le siguió el juego y permaneció callado.

La tarde transcurrió sin ninguna novedad, Daiki quedó sorprendido de lo simpático que podía parecer el mayor de los tres a pesar de la apariencia que tenía. Pasaron una tarde bastante amena, entre risas y las ocurrencias de Inoo.

- Bueno, ya nos veremos. - se despidió Takaki de Inoo en la puerta. Arioka había quedado en el salón, su estado de resaca no le dejaba hacer mucho.

- ¿Vendrás otra vez? - se atrevió a preguntar el menor esperanzado y con algo de temor. Sabía que era demasiado pronto para dar cualquier paso. Takaki sonrió de medio lado y asintió. Sí, lo había pasado bien.

Kei cerró la puerta cuando le vio montarse en el ascensor. Se giró sonriente y casi corrió hasta el salón.

- ¿Ha pasado algo? - preguntó el menor al verle tan feliz. Inoo solamente ensanchó la sonrisa. - ¿Lo vas a contar - insistió el otro.

- Nada, puede que haya una próxima vez. - se dejó caer sobre el gran sofá quedando echado. Daiki sonrió tiernamente, el moreno parecía una colegiala enamorada.

- Bien, es un buen chico.- elogió el menor mientras miraba su teléfono, tenía varios mensajes de Nakajima y otro de Massu el dueño del bar al que había ido ayer.

- ¿De verdad? ¿Lo dices en serio? - se incorporó en el asiento mirando sorprendido al otro. Normalmente a Arioka nunca le gustaba ninguno, siempre tenía alguna pega. Bueno, es que Yuya era muy buen chico.

- Sí, sí. Me ha caído bastante bien. - se sinceró. Aunque... a Daiki ese chico no le parecía nada homosexal, casi podía jurar que era la persona más hetero que había conocido. Aunque claro, eso basándose solamente en su aspecto físico.

Inoo ensanchaba la sonrisa aún más. Que al menor le cayese bien era un logro, ya que él era muy crítico. Sabía que con Takaki lo tendría difícil, pero le conseguiría, caería rendidito a sus pies, o esa era la ilusión que tenía.

- ¡Ah! - gritó exaltado Arioka levantándose del sofá.

- ¿Qué pasa? - se preocupó Inoo.

Pero Daiki no conseguía sacar el habla. No sabía por qué pero le había dado por mirar su registro de llamadas y lo que encontró no le gustó nada. La última llamada realizada casi a las cuatro de la mañana fue a... Yamada. ¿Por qué había tenido que llamarle? Y lo más importante de todo, ¿qué le había dicho? ¡Seguramente que nada bueno! ¿Qué haría? ¿Le pedirís disculpas? ¿O mejor dejar las cosas como están? Total, no volvería a verlo...

- Te digo que qué pasa. - Inoo estaba a unos centímetros de su rostro, mirándole preocupado.

Daiki pestañeó varias veces, todavía no se creía lo que había visto. Kei seguía insistiéndole con la mirada para que se lo contase, pero como no le salía el habla optó por enseñárselo. Inoo abrió los ojos sorprendido.

- ¿Le llamaste? - no se creía lo que veía. - Pero... ¿cómo tienes su teléfono? Encima lo tienes guardado por idiota caprichoso. - sonrió divertido el mayor. Arioka desvió la mirada, no sabía qué contestarle, porque no sabía por qué le había llamado.

- Lo mejor será que te disculpes. - interrumpió el mayor. Arioka le miró horrorizado.

- No, no, no quiero hablar con él. - sentenció volviendo a sentarse. Inoo le miró algo enfadado, no podía ser tan desconsiderado.

- Ah sí, claro que vas hablar con él. - puso sus manos en jarra cual mamá regañando a su niño por cualquier trastada. Arioka desvió la mirada incómodo. No quería hablar con él, le daba vergüenza, a saber qué cosas le había dicho.

- No quiero... - susurró, Inoo acabaría por ganar la batalla. Daiki estaba cediendo.

- Venga, no sé a qué esperas. - habló en la misma postura.

Arioka bufó molesto, lo haría, pero solamente para que dejase esa absurda actitud. Le repateaba tener que aguantar esa mueca de autoridad y superioridad que sacaba en estas ocasiones. Miró el teléfono indeciso, todavía no estaba seguro de llamarle, pero sabía que el otro merecía una disculpa por su parte.

Suspiró armándose de valor y le dió a la tecla de llamada. Esperó los toquecitos, su corazón se aceleraba a cada segundo que pasaba. Deseaba que no lo cogiese pero a su vez estaba impaciente.
- ¿Diga? - escuchó al otro lado de la línea. No era quién a sacar el habla, estaba muy nervioso. - Sé que eres tú, Arioka-san. - el nombrado se puso aún más nervioso si podía.

Al parecer ya reconocía su número. El corazón le iba a mil y el habla seguía sin salirle.

- Mira, si es para insultarme otra vez, ya me quedó claro ayer. - dijo Yamada.

- ¿Insultarte? - fue lo único que salió de su boca. ¿Le había insultado?

- Así es. Me llamaste a las 4 de la mañana para ponerme de vuelta y media. -

Arioka se espantó. Sí que estaba borracho, no se acordaba de nada de lo que le había dicho.

- Solamente... - tragó saliva. - Quería disculparme, ayer estaba borracho, no sabía lo que decía. - escusó el mayor.

- Lo de estar borracho ya lo había notado. - el tono altanero que estaba usando Yamada le estaba sacando de quicio nuevamente. - Y creo que sí sabías lo que decías. -

- Mira, siento lo que dije a noche. - estaba cada vez más enfadado. ¿Por qué tenía que ser tan prepotente? Le sacaba de quicio esa actitud.

- ¿Lo sientes? - hizo una pausa en la que Arioka rodó los ojos hastiado. - No me vale con eso. - sentenció.

¡¿Qué?! ¡¿Qué no le valía un lo siento?! ¡¿Qué quería que se rrodillase y pidiese perdón mientras le besaba los pies?!

- Me da igual. Ya he pedido disculpas. - se alteró un poco el mayor.

Yamada sonrió ladino y divertido.

- Mira, ayer cuando decidiste desquitar conmigo tu patética borrachera. - Arioka contenía todo su genio para no gritarle. - Resulta que interrumpiste una muy importante reunión. -

¿Una reunión a las cuatro de la mañana? ¿Se creía que era tonto?

- Claro, a las cuatro de la mañana. - ironizó el mayor.

- Supongo que mi horario de las reuniones, no es algo que debas llevar tú. - el tono de Yamada era bastante sereno. Parecía que el que estaba algo onfendido era el menor.

Arioka permaneció en silencio. Ahora sabía perfectamente por qué le había insultado la noche de ayer, no se podía mantener ningún tipo de conversación con ese hombre.

- Esto es lo que vamos hacer. - hizo una pausa. - Para compensarme la reunión de ayer, que tuve que posponer para hoy cargándome de trabajo. Me vas a dar tu dirección y a las ocho te paso a recoger. -

- ¡¿Qué?! - Daiki no cabía del asombro por lo que acaba de escuchar. - ¡Ni loco! - negó.

- Oh, claro que sí. Es lo menos que puedes hacer. Además, necesito desestresarme. - Yamada no podía esconder la sonrisa, al parecer esto estaba resultando mejor de lo esperado.

- ¿Qué te hace pensar que diré que sí? -

No estaba obligado a ir con él, podía negarse, él ya le había pedido perdón, que era lo máximo que podía hacer.

- Bueno, tu jefe me contactó hoy para una nueva entrevista. Quiere centrarse en la nueva expansión que voy hacer. No querrás que le esclusiva de eso se lo de a otra revista. -

Increíble, ¡le estaba haciendo chantaje! ¡Era el colmo!

- Bueno, tengo cosas que hacer. Mándame tu dirección inmediatamente. - y colgó.

Arioka miró el teléfono estupefacto, ¿qué acababa de pasar? ¿Realmente iba a salir con ese arrogante, mimado y malcriado? ¡Ag! ¡Era el colmo!

- ¿Qué ha pasado? - preguntó Inoo saliendo de la cocina que al ver que la conversación se alargaba decidió ir a lavar las tazas y la tetera.

- He quedado. - habló enviándole la dirección a Yamada.


Fin del cap.3


¡Bueno! ¿Qué os ha parecido? Poco a poco van saliendo más personajes y la relación que hay entre ellos. Sí incluiré algún Johnny-senpai para que la historia esté enriquecida, aunque no profundizaré mucho en ellos, serán solo menciones.
¿Os va gustando que va la historia?
Mimi-chan destaa~